Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

viernes, 23 de diciembre de 2011

Aysss, las Navidades...












     Ahhh, aquella sí que fue una fiesta Navideña. Hará unos cinco añitos, en la casa de los parientes de una amiga. Éramos como treinta personas, contando también a mi ex amante, su ex esposa y actual pareja (ahora ya ex)…, junto a sus hijos varios, una joyita todo.  Regalos para acá, regalos para allá, de tíos, tía abuela, otros amigos, conocidos y demás deudos, a los que algunos ni habíamos visto en la vida, pero teníamos algunos paquetitos guardados por las dudas.
   Obviamente morfamos y chupamos como lechones. Yo había llegado ya empujada por extraños, porque me había quedado sin batería al toque, cosa que también tuvieron que hacer los invitados a la vuelta, ja.

    Estábamos en lo mejor de la cena, cuando apareció Papá Noel con su bolsa repleta de paquetes al hombro, mientras los chiquitos lloraban como locos de miedo y los adultos gritábamos de la misma forma, al unísono. (Recordé cuando de adolescente fui disfrazada también de Papá Noel a la casa del hermano de otra amiga, con quien había salido, y a los hijos y primitos, este ex les decía: Vayan a tocarle el culo al barbudo de colorado, ja ja, otro degenerado…)

  En fin, la tía abuela era una divina total, cuando destaparon el champagne, el corcho cayó sobre mi persona, y ella fue la que dijo,: Ahhh, vos este año te vas a casar por buena gente… (Ja, igual le erró y mucho)

    La cosa fue que al final de la cena, ya en pedo y brindando a lo loco, había que llevar a esta tía abuela, de cómo 90 años, y obviamente, medicada, a su casa. La señora tenía una silueta flaquita, diminuta de tamaño, muy agradable, simpática y súper lúcida para su edad, aunque con los achaques correspondientes, claro. Entonces todos los comensales se pusieron en fila para saludarla, y luego, casi como en una puja del mejor postor, intercambiaron frases de compromiso, para ver quién la levantaba de la silla y dejaba en su destino final. Hasta que mi ex, con todo desparpajo y como si stoda su puta vida se hubiese dedicado a levantar señoras mayores, dijo: Déjenme a mí, yo sé como hacerlo…
  Ergo, todos nos quedamos muditos y observándolo, con sumo respeto por su voz de autoridad, a la vez que él la agarraba de las manos y levantaba de una fuertemente hacia su cuerpo. Por dios, no se quedó con las muñecas en sus manitas, de casualidad. Yo casi me desmayo de los nervios, como todos los que estábamos ahí mirando. Luego le acerca el bastón, mientras la toma del brazo, y sigue diciendo: Ays, tía, lo que agarraste no es el bastón, es otra cosa, está bien que me bañabas desnudo de chico, pero bueno, ya estoy crecidito para esas cosas, juasssssssssss. Yo estaba justo tomando sidra y escupí todo sobre la mesa, junto al resto de la gente que no paraba de reírse a carcajadas.  No se podía creer, fue tan gracioso, que la pobre señora no sabía si reírse o llorar, ja ja ja.
  
   Todo fue más que divertido y alegórico. Eso sí, llegué como por un tubo hasta mi hogar, nuevamente rempujada con el coche, junto a todas esas manitas locas que me hicieron el favor de obsequiar otra “Noche Buena”, ja ja, Ana C.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Qué día, Señor..., qué día...












 
     Había dado clase a dos alumnos juntos, el milagro, porque venía  una chica sola y de a ratos. Y me pagaron 50$ la clase, ambos. Ergo estaba contenta, pero…, siempre hay uno, también ese mismo día, antes de ayer, me quedé sin compu, gracias a los virus de merde que habitan la triste humanidad de la Web. Así que los 50 mangos se me fueron rápidamente, al diablo…

  Me habían aconsejado que cambiara el antivirus AVG porque andaba haciendo estragos, y era verdad, pero el Avast que dijeron, fue peor, ja, porque te puede cagar Internet al no dejarte conectar.

  En fin, la cosa fue que tenía esos bichitos de cuarta por todas partes, y la tuve que mandar de nuevo al service para otro backup en cuatro meses (150$). El tipo no pudo ni entrar, ni sacar el mismísimo antivirus, ni nada, de terror cómo estaba la máquina. Así que la metieron al quirófano de una.

  Entré un ratito al ciber del barrio, pero el monitor era tan chico, que no veía un pomo, además de la luz por la ventana que me daba en contra, ergo, no soporté mucho tiempo en el lugar. Aunque tampoco pude leer los diarios, hablar con mis amistades, investigar por Internet y demás, por casi dos días seguidos…

  Ayer domingo, el service me dijo que tipo 10 de la noche, quizás la tenía. Su jermu me llama por fono a las 5 de la tarde comentándome que ya estaba lista. Vuelo para allá, y en el mientras tanto, detenida con el coche, en la cola larga de un semáforo, con la ventana baja, desciende una señora del auto de atrás, yo ni la vi, obvio, se acerca de golpe a mi ventanilla, y me dice: Tenes la…, a la vez que yo le respondo gritando, antes de terminar la frase: Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, señora, casi me mata del sustoooo, por Dios, juas.
 La mina no sabía qué decirme: No, no te asustes, tenes una goma baja… dijo. Le respondo: Ya lo sé, tengo la goma desinflada, a la vez que ella se volvía a su auto calladita, ja ja.
  Les juro que casi me desmayo, vengo con tantos quilombos juntos, que me tomó por sorpresa la pelotuda, yo estaba totalmente en otra, pensando en soluciones de vida, así que casi me caga el bobo la tal doña…

   Sigo para la casa del “arregla compus”, toco timbre, sale y me dice: Hola, Ana, pero todavía no está terminada… Le respondo: Cómo, si tu mujer me acaba de hablar que estaba lista… Dice: Ahhh, se debe  haber confundido con el número de la otra chica, diossssssssss, ja ja.  
  Así que me tuve que volver, y recién a las 11 y cuarto de la noche, fui a buscarla again, con el miedo implícito de salir a la noche con tanto chorro suelto…
 Luego, regresar a my home y conectarla, realidad que aborrezco, porque nunca sé qué cosa va con qué otra… Y de ahí, volver a poner todas las contraseñas de todos los correos, nick names, blog, páginas, y la puta que los parió a todos juntos, juasssss. Más o menos tipo 12 hs terminé, pero había puesto mal el cable del teclado y del mause, ergo se tildó todo, ja, así que casi dormida, logré emchufarlos bien, saludé, leí algo de diarios y demás menesteres, para caer rendida a los putos brazos de Morfeo…

   En fin, no he parado de cometer boludeces, de cagarme de susto, de no descansar, de ir y venir de un lado al otro, de intentar terminar con mis varios problemas grossos, de batallar para conseguir laburo, etc., encima, bajo el padecimiento de los 38° de térmica y 35° de real reinantes en mi querida ciudad…
  Ahh, pero todo pasa, espero sea este próximo año venidero, porque si no, voy a reventarrrrr al son de los fuegos de artificio Navideños, juassss, Ana C.



jueves, 15 de diciembre de 2011

Un tropezón no es caída…













     Tendría unos 28 añitos, ya hacía un año que me había ido a vivir sola a un local - loft en miniatura con entrepiso de madera, a pocas cuadras de la casa de mis viejos, je. Estudiaba Licenciatura en psicología y hacía jingles, pero no tenía un mango: TV grande antiguo blanco y negro, sin fono; de celular, ni hablar, pero eso sí, con un gusto bárbaro por la decoración con cosas que tenía, salvo en las cortinas aún, donde había puesto bolsas de arpillera para tapar toda la vidriera.
 La pasaba lindo igual, mucho estudio en la semana, pero los findes, y a veces antes, nos íbamos en moto a bailar con una amiga al lugar más top, y de ahí, a un club de cuarta de un rioba, para así tener amplitud térmica de los hombres y de la cruda realidad.
 Salíamos vestiditas pipí cucú, pero con diarios debajo del pecho por el frío que tomábamos, imagínense en invierno en moto, era mortal, ahora moriría con solo pensarlo, ja. Ahhh, sí, sí, tuve cantantes melódicos que me dedicaban sus temas y morían por mí, y yo, por ellos, en el lugar más choto; y también, tipos de guita y de los otros, pero divertidos, en el boliche de onda, además de sus dueños, ja ja.

  Al sitio del barrio dejamos de ir cuando en las noticias vimos que habían acuchillado a uno a la salida, juas, ahí se nos fueron todas las ganas… Al otro, seguimos yendo por varios años, combinándolo con pubs.
 Una noche de lluvia torrencial, se nos quedó la moto a mitad de camino, estábamos pasadas por agua, y fuimos a un mecánico que nos solucionó el tema, pero fue imposible volver, las calles estaban demasiado inundadas. Igual, siempre encontrábamos un caballero conocido, Bahía es chico, para llevarnos a casa, obvio que ellos querían llevarnos al telo, pero bue, todo no se puede, ja ja.

  En esa época tenía dos motitos de poca cilindrada, una Hondita Express (más ligera) y una Pumita.
 Aquella vez, serían tipo las 10 hs PM de un bello verano, estaba sola y se me ocurrió ir a dar una vuelta para comprar galletitas Pepitos… Fui a un quiosco cercano, y cuando volvía, bajo el influjo de una inmensa luna llena, alcancé a decir: ¡Qué hermosa noche…!, y aceleré a mitad de cuadra, luego, ya no recordé más nada. 
  Desperté en la guardia del hospital público, nuevamente, je (pero fue con anterioridad a mi operación ya relatada), con esos camisolines blancos que se cierran detrás como chalecos de fuerza para locos que les ponen a todos, con mis viejos al lado. Según ellos, no dejaba de repetir dónde estaba  y cómo estaba mi perro, realidad que noté, cuando mi madre, después de 345, me dijo: Otra vez me preguntas lo mismo, estas en el hospital, juassssssssss.

  La cosa fue que después de ver esa lunita tan bella, le metí al acelerador a fondo, y al doblar en la esquina, a una cuadra de casa, agarré una mancha de aceite, se me patinó la moto, y me caí dando con la cabeza en el asfalto… (Sí, no se usaba casco en ese entonces, y ahora ya saben la razón de mi locura, juas). En esa misma esquina donde pasaban varias líneas de colectivos, los cuales me podrían haber pasado por encima tranquilamente. Así que me retuvieron la moto los del mercadito de la esquina, y los vecinos, la mayoría conocidos, todos amontonados a mi alrededor, no podían creer como había quedado con una pata debajo de la moto, como el Sargento Cabral, mientras la minifalda la tenía de sombrero y el marolo lleno de sangre, diciendo: No veo nada, no puedo verrrrr. Se cagaron todos hasta las patas, ja, y juro que relato lo que me contaron, ergo, llamaron a la ambulancia y me llevaron al hospital. Mientras tanto, los putos de los enfermeros de la ambulancia, me afanaron la plata de mi cartera y las galletitas Pepitos, eso no se hace, juas.
 
   Obviamente, tuve conmoción cerebral, me dieron como 17 puntos, y tuvieron que pedirle autorización a mi viejo, doc. también, para rebanarme un cacho de piel que había quedado chanfle y colgando, digamos juas.  
  A mis padres los habían llamado por fono desde la guardia, diciéndoles que yo había tenido un accidente, casi se desmayan, mi viejo que laburó toda la vida en ese mismo hospital, de los nervios, no sabía cómo ni cómo ir, ja. Y cuando llegaron al hospital, dicen que mis gritos se escuchaban desde la puerta de entrada, bah, mis puteadas mortales: Me cago en Diossssss, hijos de putaaaa, por qué me hacen estoooooo, delincuentes, ja ja ja, siempre delicadita. A mi papá, los que me cocían le dijeron: Qué educadita la nena, juasssssss.

  En fin, a las cinco de la matina, la puta de la enfermera, me despertó para que fuera a bañarme, solaaaa. Yo estaba idiota total, más, y me fui puteando again, agarrándome el camisolín de atrás para que no se me viera el orto, hasta la ducha, y casi me desmayo por el camino, nunca entendí por qué me obligaron a eso, fue de terror.
   Y bue, luego tuve que hacer mucho reposo, varios meses, estaba blanca mal, me iban a visitar mis amigos y compañeros de la UNI a la casa de mis viejos, y me miraban como diciendo, esta mina se nos va de una, juas, ni caminar podía… Obviamente, tampoco pude jugar al paddle, tenía un torneo ya pactado con amigos en el club, ni  a la bolita, je…
 Los médicos me dijeron que alguna vez, quizás podría recordar algo, pero pasaron los años, y jamás, recordé nada…

  Los puntos me los sacó tiempo después mi viejo, donde también grité mucho, fueron redolorosos. Y siempre me quedó como una percepción rara en ese mismo lugar del tajo, a la izquierda, arriba y atrás, vaya a saber uno las zonas que tocó semejante golpe.
 O sea, me salvé de culo, así que sigo tocando maderita por las dudas, juassssss, Ana C.



martes, 13 de diciembre de 2011

Llegué a la tapa de "Jente", pero garkando juassss


   Se ve que al K que la realizó, no le caigo muy bien, ajaaaaaaaa, letrinas para todos y todas, juassssss, Yo.


viernes, 9 de diciembre de 2011

Voten por Sandokánnnn, juassss







     Tenes que hacerte fan de la radio por FB, en ese link que puse arriba, y luego votar por Sandokán, uno de mis ropes, donde está ni nombre completo al lado de su foto, gracias, Yo.

  De paso pongo foto, sin voto, por acá, de Mordisquita Navideña, también, je.






miércoles, 7 de diciembre de 2011

Aysss, la municipalidad...














         Bueno, esto es actual. Resultó ser que debía renovar el carnet de conductor, que vence el trece de Diciembre. Así que, con toda mi buena voluntad, pedí turno por teléfono, luego de fracasar por Internet porque no andaba, unos 10 y 15 días atrás. La mujer que me atendió fue muy simpática, tomó todos mis datos, manifestó que salía 130$ y me dio un turno para el 2 de Diciembre, diciéndome que en solo veinte minutos, se solucionaría el trámite. Contenta, ilusa de mí, esperé tal fecha deseosa. Llegado el día, me levanté más tempranito para llegar antes, por las dudas. Pero cuando arribé al lugar, media hora antes de lo pautado, ya había como dos horas de demora, vaya a saber uno por qué. 
 Esperé junto a otros tantos seres, sofocada por el calor reinante en mi ciudad, mientras entablaba charla con una señora. Dos horas después, al escuchar mi apellido, entré a uno de los box. La señorita imberbe me pidió los datos, habló pelotudeces crónicas, hizo llenar varios formularios, poner una firma digital y demás, hasta que me dijo: Bueno, ahora pasá por la caja, son 170$... ¿Whatttt?, le respondí yo: ¿Cómo no eran 130$? ¿Cobran con retroactividad? Me dijo que era algo nuevo, que ellos tampoco sabían, etc. 
  Mi furia, para ese entonces, ya era incontrolable, así que como Perotti, el de El Puntero, quien suele decir que ve todo rojo, yo veía todo negro, porque tenía la plata justa y 100 dólares más para cambiar y vivir después. 
  Entonces hice la cola para la caja, y cuando llego mi turno, el Tutanquieto que atendía, me dijo: Acá no recibimos dólares…, con una onda de mierda. Ah bue, le dije, mirá vos, entonces dame con alguna jefa, porque no se puede creer, suben los precios sin aviso previo, ¿Y no aceptan dólares? Qué nivel. El tipo me miró peor y mandó con otra pelotuda de un grado superior, aclaro que yo estaba como para matar a todos juntos de la bronca. Me atiende esta otra mujer y dice que ella tampoco sabía nada y que no es su problema. Ah, querida, le digo, ¿Entonces de quién es el problema, del gran bonete??? La mina, a la defensiva, siguió diciendo que eran impuestos y que se habían enterado esa misma mañana. Le respondo, a mí no me importa cuando te enteraste, a mí ni me avisaron, es una falta de respeto aumentar los precios así, y encima, tampoco me cambian los 100 dólares, o me solucionas esto o llamo a todos los medios ya… Me dice que iba a preguntar, al ratito vuelve, y repite que ellos no pueden hacer nada, que vaya a mi casa a buscar pesos… Ahhhhhh, le digo, querida, yo vivo en el culo del mundo, no tengo guita para ir y venir porque ustedes aumentan las cosas a piachere; me responde: No me insultes porque yo no lo hago; sí que lo haces, sigo, insultas a la gente con la espera, suba y falta de respeto, además, no te insulté, dije que YO vivo en el culo del mundo, o sea, lejos, ¿Entendés…? Ella volvió a decir como autómata que eran impuestos nuevos, que ellos no tenían nada que ver, le digo, claro, es para los viajecitos del intendente…, dice; No, es algo provincial, bueno, igual, le digo, es para Scioli, la misma merde… Así que furiosa, le grito, esto no va a quedar así, lee el diario y las noticias, mientras le revoleaba los pelos por la jeta, y me iba como loca. 
  Arranqué el auto, y conseguí por suerte a una amiga que me prestó la guita. 
 Al rato volví, hice la cola de nuevo, mientras el cajero se seguiría haciendo la cusca, porque tampoco estaba ahí, y tardó bastante. Regresé al apartado para llenar todo el papeleo again, a la vez que los empleados se iban dando vuelta para mirarme, por el quilombo que había hecho antes. Cuando me sacó la fotito ahí mismo, la mina me mira y dice suavecito: Estas un poquito despeinada, juasssssss, le digo, eso es lo de menos con la calentura que tengo, sacála nomas… Terminado eso, sigo para el oculista. Espero un rato, entro, había llevado los lentes anteriores de hace 3 años, ya que la semana pasada había ido a mi oculista de siempre y no me los había cambiado. El tipo me hace leer, y no veía un pomo la letra chiquita, ergo, me mandó a buscar mis lentes de ahora, ya para el lunes, porque vivo relejos en serio de ese lugar, diciéndome que volviese más tranquilita, diossss je.

  El lunes vuelvo con la santa paciencia… Voy directo al oculista, que me tocó una mujer, leo lo que pude con los lentes más actuales, y me dice que igual tengo que manejar con anteojos, pero son los multifocales, ergo, no veo un pomo con ellos en el auto, son tarados importantes. En fin, le dije que sí como a los locos, y seguí, justamente, para la psicóloga, una pendeja de cuarta que se hacía la chiche bombón… Me pongo a hacer uno de los test, filas y columnas de números, donde tenías que encerrar con un círculo a los unos y tachar a los ceros, en un minuto y medio. Lo hice todo bien, imagino sería para ver la reacción que uno tiene al frenar, arrancar, ver, parar y demás. Luego, me hizo otro test de repetición de figuras con lápiz sin borrar, del mismo tamaño y forma. También los realicé bien, salvo los últimos dos, ya harta, cansada y semidormida, donde a la figura de la derecha, la hice un poco más grande. La psicóloga me dice: estas un poquito ansiosa, le respondo: Chocolate por la noticia, nací ansiosa, ¿Y…? Y, que ahora a nosotros nos piden que veamos la ansiedad en particular por esto y por aquello, no le di bola, y dije: Hay cada loquito manejando… Entonces me agregó en el formulario que en ese test, había manifestado ansiedad, y me fui a la merde. 
    Conclusión, si dan el carnet a los 10 días, se me pasará el vencimiento gracias a sus tantas vueltas mierderas, y para rematarla, vivo cerca de varias rutas. 
 Después que me lo entreguen, enviaré una cartita al lector más que simpática, je, por haber sido tan chorros de cuarta…, Ana C.



miércoles, 30 de noviembre de 2011

Segundo capítulo de mi libro...













   Anochecía. Alicia mantuvo su mirada en aquel Cristo del atrio 
que parecía santificarla, mientras rezaba dos aves marías y cuatro padres nuestros. Luego hizo la señal de la cruz, y comenzó a caminar por uno de los pasillos laterales de la iglesia. El aroma a incienso que se diluía entre las sombras le recordó ese mismo olor que de niña flotaba en los corredores del colegio de pupilas, cuando el llanto de sus compañeras auguraba el llamado de la madre superiora, y los cuerpos esclavos eran obligados a sentarse semidesnudos sobre esos almohadones del despacho, los que seguramente habían sido bordados por manos religiosas al desamparo de cualquier tipo de dioses. Hasta que la autoridad eclesiástica dejaba de acariciarlas esbozando un leve quejido, y esos ojos mojados de inocencia, junto a los pequeños pies, volvían a cruzar con ligereza el umbral de puertas y pasillos para regresar a sus camas.


  Entonces Alicia se detuvo exhalando un suspiro, mientras volvía a pronunciar sus dedos dentro del agua bendita. Fue cuando el comisario Taboada entró vestido de civil a la iglesia casi vacía, con pasos lentos y sombríos, como esos pasos que los acompañantes de las novias suelen dar, para sentarse junto al confesionario, donde aquel hombre enjuto y encorvado se aferraba a un crucifijo, simulando enumerar antiguos pecados.   
  El sujeto no se inmutó al verlo, siguió con la cabeza gacha en forma de plegaria hasta que el policía dijo:



–¿Trajiste la plata?
– Una parte; la dejé en el lugar de siempre...
- Rengo de mierda, para mañana quiero todo, volvió a decir 
el comisario, antes de que el hombre comenzara a caminar con 
sus facciones sumidas en esa lobreguez del templo, arrastrando la pesada carga de uno de sus pies sobre el piso, y que aquella silueta de mujer con un velo que la cubría entera, cruzara desde el púlpito hacia Taboada, arrodillándose al otro lado del enrejado de madera. Ella comenzó a balbucear algunas frases que oficiaron una especie de hipnosis, hasta que el comisario dijo:


–¿Está hablando sola?
- ¿Qué?
- Si habla sola, porque el cura no está...
–Hablaba para mí; ¿Me está escuchando?
–Cualquiera que estuviese en mi lugar la escucharía.
–¿Le interesa lo que digo?
–No, volvió a decir él.
–Yo diría que se muere de ganas de saber...
–A lo mejor... ¿Es de por acá?
–Del pueblo vecino.
–¿Y siempre reza sola?
–¿Por qué, me quiere acompañar?,


 Taboada abrió la puerta del confesionario con una cara
desenfadada, y corrió la cortina bordó de terciopelo que caía formando innumerables pliegues hacia el suelo, mientras tomaba la bolsa con la plata y la guardaba. Luego se incorporó dentro de ese espacio oscuro, en donde el rostro apenas perceptible de la mujer dejaba vislumbrar una sonrisa a través de las ranuras y del velo:


–La escucho..., siguió el comisario.
–¿Me va a confesar?
–¿No era lo que quería...?


  La mujer volvió a sonreír, diciendo:


–Entonces cierre los ojos...
–¿Para qué?
–Para que no me vea contar mis culpas.
–Ya está...
–Mire que no vale espiar...
–Nunca espío.


  Alicia comenzó a persignarse en voz baja. Taboada también lo 
hizo con un idéntico lenguaje de palabras y de gestos sobre aquellos puntos cardinales de su cuerpo en donde la fe parecía estar acreditada:


–¿Con cuál de sus dedos se persignó?, dijo ella.
–¿Importa?
–Sí...
–Con el pulgar...
–¿Al índice y al medio lo deja para otro tipo de rituales?
– Para los que usted quiera... ¿Me va a contar o no?
–No se apure tanto...
–Diga nomás...
–¿No cree que uno de los peores pecados es la soledad?
– Para nada...
– Sin embargo hacemos cualquier cosa para no estar solos.
–¿Por ejemplo?


 Ella soltó otro suspiro largo, mientras contorneaba su cuerpo:


–Desnudar la intimidad hacia los otros.
–No veo pecado alguno en eso...
–¿Usted podría valorar a una mujer así?
–¿Así cómo?
–Abierta a sus instintos...
–¿No es lo que estoy haciendo ahora...?
–¿Me está valorando o confesando?
–Las dos cosas...
–Cuánta profesionalidad, dijo casi ronroneando. ¿Sigue con 
los ojos cerrados?
–Por supuesto...
–Ya puede abrirlos...


 Taboada mantuvo su respiración dentro de ese inmenso tórax 
que el confesionario también albergaba, a la vez que miraba como ella se quitaba la blusa:


–¿Los abrió?
–¿Por qué, ya está pecando?
–Un poco, pero no me respondió.
–Sí, aunque apenas la veo...
–¿Y ahora?, dijo acercándose al cuadriculado de la esterilla.
–Ahora sí...
–¿Qué ve?
–Sus pechos..., murmuró mientras observaba el rosado de esa 
carne inscripta en los huecos del dibujo.
–¿Le gustan...?
–Mucho...
–No mienta...
–No, no..., dijo apoyando sus yemas sobre el enrejado como un 
pájaro atrapado en esa jaula de madera
–Me estoy sacando los zapatos... ¿Sigo...?, preguntó ella.
–Sí, por favor...
–Las medias..., no sabe lo suaves que son...
–¿Se va a quedar toda desnuda?
- Hasta que usted diga basta...
–Siga...
–El corpiño de encaje...
–¿Me lo da?
–Lo tire al piso.
–¿Tiene la bombacha puesta?
–Sí; también el velo y la pollera...
–¿Y qué se va a sacar primero?
–Lo que usted prefiera...
–El velo...
–Mejor no, porque terminaría el juego.
–Entonces la bombacha; sáquese la bombacha, siguió él.
–¿Ahora?
–Sí..., ¿Se la puedo sacar yo?
–Ya me la saqué...


   El comisario echó su cuerpo hacia una de las paredes. Por 
encima, el relieve de las tallas agobiaba la concavidad de la madera liderando la crucifixión de Cristo en distintos tonos de ocres. Luego se bajo el cierre de ese pantalón azul que solía usar, para recorrer con sus manos la aspereza de ese pene erecto, húmedo, mal oliente, colorado, que ascendía hacia la gloria del techo, con los labios apretados para no emitir ningún espasmo, mientras su corazón latía desde las sienes, y la figura de aquella mujer, se movía al compás de su muñeca. Entonces el estallido de un orgasmo lo superó en tiempo y espacio, con los párpados entornados y la boca reseca que ahora se abría en un túnel de profunda soledad. Después dejó ir ese último deseo de su aliento y se limpió los dedos. 
 Cuando salió, la mujer ya se había ido...






domingo, 27 de noviembre de 2011

Primer capítulo de mi libro: "Después, sólo fue después..."






A pedido de @jorgebblog 



DESPUÉS, SÓLO FUE DESPUÉS...


ANA CECILIA DEL RÍO



Capítulo I


Para y por la libertad de espíritu
A mi familia; a la lealtad de mis amigos,
a mis amores, y a mis incondicionales perros.
A. C. del R

Mi especial agradecimiento al talentoso actor
Victor Laplace por su excelente lectura
de mis textos


A la destacada artista Marta Bonjour
por su excelsa pintura para la tapa de mi libro.


Y al artista plástico Bony Bullrich y Facundo Soneira por ceder-
nos su bello y suntuoso loft–bar–teatro “Pasaje de la Piedad”.
A.C. del R.




   El comisario Pedro Taboada tenía 56 años, una pequeña pero
honda cicatriz en el mentón, recuerdo del turco Ayala, delincuente abatido por él poco después de haber terminado una sociedad; su mirada expuesta a las necesidades más urgentes y precarias: el pelo entrecano en concordancia con un bigote saturado de órdenes, y nariz aguerrida. Había vivido con aquella mujer algunos meses, y sólo cuando comenzó a cambiar los gestos de su cara en otros más oscuros, supo que lo traicionaba. Sin embargo nunca le dijo nada hasta ese día, después de la redada policial, mientras ella arreglaba
su delantal con manos imprecisas y facciones inmutables, salvo por aquel leve gesto de pavura que ascendía sobre una de sus cejas.
 Al entrar, él se acercó oliendo como un animal en celo, a la vez
que la mujer trataba de escabullirse entre los platos revueltos de
la mesada. Taboada dijo dos o tres palabras después de saludarla que hicieron retumbar su autoridad en la penumbra de esos muros.
 Luego se sentó en el lugar de siempre para leer el diario y tomar algunos mates:

–Le rechazaron el Habeas corpus..., dijo ella.
–¿Qué?
–Que le rechazaron el Hábeas corpus a Iglesias...
–¿Y vos sabes lo qué es el Habeas corpus?
–Claro que sé, no soy estúpida, siguió mientras se miraba en
el espejo del modular.


 El comisario continuó leyendo, hasta que la mujer lo volvió a
interrumpir:

–¿Viste mis aros nuevos?, dijo poniéndose el pelo detrás de
orejas.
–Sí, son demasiado largos para tu cara...
–¿Me quedan mal?
–No, te quedan muy bien...
–¿Entonces no te gusta que me queden bien...?


 Él no le contestó porque vio en las noticias policiales la lib
ción de Raúl Pelatti:

–¿Escuchaste...?, volvió a preguntar la mujer.
–Sí...
–¿Te gusta o no...?
–No sé, ¿No ves que estoy leyendo?
–Sí, veo, ¿Y qué es tan importante?
–Soltaron a Pelatti..., dijo después de un rato.
–¿Uno de los que robó el banco?
–Sí...
–¿Y por qué lo largaron?
–Qué sé yo, lo habrá patrocinado García Estébez... Es bueno
ese hijo de puta; uno de los mejores abogados que he visto. Tenía
que ser de la capital.
–Y con la cara de idiota que tiene..., siguió ella.
–Se hace el idiota, porque es genial. Como me pasa a mí; me
hago el idiota cuando te creo lo que me contás...
–¿Y cuándo sos genial?
–Ahora, respondió Taboada, mientras dejaba el diario sobre la
mesa y se levantaba para pegarle una cachetada.


 Ella se desmoronó en el suelo. Desde allí puso su mano en esa
mejilla que comenzaba a alborotarse en un rojo furioso, con el pelo cruzado sobre su rostro inquisitivo. El agua hirviendo de la pava le recorrió los brazos tatuándolos en un delta de hilos plateados con profundas nervaduras, a la vez que la yerba se desparramaba sobre los baldozones junto a la calabaza del mate y una bombilla sucia. 
La mujer quiso decir algo, pero no dijo nada; colocó su mirada en ese dolor que iba creciendo ante las constantes vejaciones de aquel hombre. No era la vez que le había pegado más fuerte, pero sentía que este golpe era distinto. El comisario la observó con una pena  profunda que compadecía cada umbral de su existencia desde la hijaputez de esos ojos oscuros, mientras le daba la mano para que se levantara. Ella la tomó con algo de recelo, y se quedó quieta sin decir nada:

–Levantate boluda, gritó Taboada, a la vez que la arrastraba
hacia su cuerpo. El delantal de colores, fue lo primero que el comisario le arrancó hacia un costado, mientras le apretaba los pechos por encima de la camisa, donde el temor y el deseo comenzaban a confabularse. La mujer mantuvo la rigidez de sus piernas sobre el piso, al mismo tiempo que el comisario abría su bragueta y la sujetaba para ponerle el miembro dentro de la boca. Entonces ella hundió los labios en la espesura de ese sexo que tantas veces había disfrutado y lamido y sentido, ahora con pensamientos más elaborados que reincidían en un mismo odio y una misma traición, hasta sentir el frío caño de la pistola alternando con su pene. Sin embargo no detuvo su ritmo; tampoco lo miró bajo esas insipientes arrugas que se dibujaban y desdibujaban en un gesto de resignación sobre la frente:

–¿Así también te gusta? –preguntó el comisario.
–Sí... –murmuró entrecortada.
–¿Más o menos que con Vigil?

 Ella había transfigurado esas facciones sumisas de toda una
vida en otras más extrañas:

La mujer le clavó unos ojos crueles, sin cesar el movimiento
de su boca:

–Tampoco es tan difícil, tenés que comparar y responderme...
–insistió el comisario.

–Peor, mucho peor... –dijo ella con labios desconocidos.
–Mirá que saliste putita, continuó Tabeada.


 El brillo de su piel ahora se aglutinaba en una mancha latente
de miedo que descendía repentina por la cara. La mujer trató de levantarse, mientras el comisario la sujetaba, mordiendo sus pezones con una misma boca llena de insultos, como si cada uno de los moretones que iban naciendo a medida que mordía, cicatrizaran su infidelidad. Luego volvió a poner el metal del arma en la comisura de sus labios, forzando los asimétricos bordes de la carne hacia ambos lados en medio de una lengua inquieta, y le introdujo nuevamente el pene hasta percibir su ahogo, para luego emerger en medio de un líquido viscoso. Después, sólo fue después...


jueves, 24 de noviembre de 2011

De circos...






















       Ocurrió hace unos cuatro años maso, con el circo de los Hermanos Servian, acá en Bahía Blanca. Como se suele comentar, muchos circos dan de comer a sus fieras, perros de la calle, de hecho, los compran por dos mangos con cincuenta.

    Esta gente, también lo hacía, pero había que probarlo. Así que una tarde, fuimos varios proteccionistas, (seríamos unos doce, poquitos), hasta donde estaba el circo, paralelo a la ruta, en el estacionamiento de varios mercados EEUU, de esos gigantes, con afiches y para repartir volantes en los alrededores, con la leyenda: “No al maltrato animal. No, a los espectáculos con animales”.

    La estábamos pasando bomba, dándole a cada coche que pasaba tal leyenda impresa, ergo, nos fuimos acercando más, para también, entregarles a los integrantes de la cola de gente, para entrar al circo.  

   Muchos, no lo recibieron, y nos miraron con carita de asquito mal. Otros, sí. Pero la joda fue cuando los hermanitos dueños nos vieron y empezaron a rodear con handy en mano, comunicándose entre ellos, y con la propia cana. Ahhh, les aseguro que tuve un miedito importante, porque son unos patoteros de cuarta, muy mala gente y con mucha guita e influencia.
 Digan que el patrullero - camioneta de la policía que llegó al toque, nos vio tan pelotudas, que nos dijeron, riéndose: Chicas, quieren que las llevemos en la caja a pasear… (no sé si fue una metáfora o pura realidad de asesinato encubierto, je), pero obviamente, le dijimos: No, gracias…, con una sonrisa entre los labios…

  Luego, uno de los dueños se acercó, y nos también a él, para provocarnos, diciéndonos que éramos fundamentalistas y bla, bla, bla, a lo que una amiga le respondió: No lo somos, pero sería preferible, a ser asesinos o maltratadores de animales indefensos… Todas la apoyamos, discutimos un rato, y luego nos fuimos, recalentitas, bah, nos echaron a la mierda, digamos…

 Al día siguiente, salimos por todos los medios, y ellos también, siempre adjudicándonos el mismo calificativo.

     Nos pasamos varias noches paradas con el coche al lado de la ruta, turnándonos los horarios, para vigilar si entraba alguna camioneta o alguien.
 Una madrugada, mientras los leones gritaban como locos, vemos pasar por la carretera, tres caballos galopando a mil, ja, llamamos a la cana, porque era reloca la situación, además de peligrosa, y sí, se habían escapado de una chacra aledaña.

  Otra, empezamos a sospechar de otro auto cercano al nuestro, como que nos estaba vigilando, enviado por estos delincuentes. Hasta que se acercaron, y eran otras proteccionistas, que se habían confundido de turno…

  Pero la frutillita de la torta fue, cuando una semana después, me llaman diciéndome que había un testigo clave, quien había visto pasar un jeep con jaulas detrás, cargadas con  perros, entrando de madrugada al circo. Me pasan el celular, lo llamo al hombre, me cuenta, y lo convenzo para que testifique ante la fiscalía o cana. Así que lo fui a buscar y llevé yo misma a denunciar.

     Resulta que ese jeep que el tipo había visto, pertenecía a un adiestrador de perros hiper conocido de acá, quien casualmente vive detrás de esa zona. Y el declarante, era un camionero, pero dueño de camiones de La Plata, también, productor agropecuario, que había venido a comprar a los super de acá, y se había quedado esa madrugada durmiendo, esperando que abriera. Cuando se despertó al escuchar la jauría, le llamó la atención y le siguió el rastro, hasta verlo entrar al circo.  

 Luego de discutir unos minutos con la policía porque no querían tomarle la declaración, lo hicieron. Ergo, con todo el quilombo público ya realizado, más esto, dos noches después, al circo lo clausuraron, imagínense la calentura de estos cristianos, por llamarlos de alguna manera.

       Fue de tal magnitud lo sucedido, que con ayuda de las chicas chicaneando en el consejo deliberante, protectoras y demás, a los meses, salió la ley que prohibía los espectáculos con animales para la ciudad. Los hermanitos, nos putearon hasta en Arameo, pero se tuvieron que ir, y nunca más pudieron regresar. Por eso, cambiaron a los animalitos, por trapecistas y demás menesteres acrobáticos.

  Realmente, la hicimos genial, con sustito incluido, je, pero logramos nuestro cometido. Después, nos quedamos un tiempo bastante calladitas, por las dudas, ¿Viste?, juas, Ana C.





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