Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

jueves, 3 de noviembre de 2011

Aysss, la infancia...













       En la primaria, siempre me adjudicaban realidades que nunca había realizado. Está bien que era traviesa, pero conociéndome, para retarme, deberían haber sabido la clase de quilombos que podía hacer y los que no.
  Si alguna tonta cercana a mí, imitaba con mímica a la profe de música mientras cantábamos, la ligaba yo, y me ponían en un rincón. Si saltaba, corría o hablaba con los chicos de séptimo, era yo también, la señalada, aunque en este caso, con toda razón.

  Un día me agarraron entre cuatro o cinco boluditos masculinos, e intentaron llevarme, arrastrándome, hacia el baño de hombres, mientras me defendía como podía. Éramos chiquitos, mentes podridas de pendejos, ¿Y saben qué?, la maestra y directora les dijeron a mis padres, que era yo la que había querido ir con los chicos al baño de varones y me dejaron debajo de la campana un buen rato. Pelotudas mentales, antes de entrar a esos baños mugrientos de hombres, hubiese preferido la muerte. Estaba indignada mal, porque era muy injusta semejante mentira. Ergo, nunca creí en las instituciones, escuelas ni colegios, mucho menos, en las maestras, salvo algunas excepciones.

  A la profesora de música le tenía pánico, era una bruja sin escoba incorporada, alta, flaca, caderona, pelo negro corto azabache que terminaba en rulos erguidos hacía el norte, gritona y con una nariz aguileña, aumentada a la enésima potencia, de la de Pinocho. Me odiaba, y yo, a ella. Cuando solía pasar por la puerta de casa, ni respiraba del miedo que me daba, mientras los chicos del barrio la puteaban mal, y yo me quedaba calladita tratando de esconderme para que no me retara en la escuela, al haberme visto con ellos. Pero igual, me cagaba a gritos, ja. 
Aún vive la yegua, la he visto, y está casi igual, aunque nunca llegó ni siquiera a volar un poco, la pobre.

  Una vez, llevé al colegio, un chasco, tipo hormiga negra grandota, para asustar a las chicas. Lo hice por primera vez en la fila, antes de entrar a clase, y la tarada de la maestra de lengua (quién escribía con faltas ortográficas), me la quitó y nunca más la devolvió. Recuerdo que se la pedí en reiteradas ocasiones, en las que me respondió: Ya te la voy a dar, aunque eso nunca ocurrió.  
 Llegué a ir hasta su casa, (todos vivíamos cerca en el barrio), y me dijo que ya me había respondido, que no fuera mal educada. Le dije que no era mal educada, pero igualmente, aunque lo fuera, ella seguiría siendo una ladrona… Bue, demás está decir que me mandó a la parte más alta del barco (al carajo). Después, con los años, cada vez que la veía, la señalaba como la maestra chorra, ja ja.

  La de primer grado, Esther, me cagaba a cachetazos en la cara, lo juro, o zarandeaba de los brazos. Era vieja para ese nivel de edad del curso, y obviamente, a uno en esos momentos, le parecía más vieja chota aún.  
 Mi mamá tuvo que ir varias veces a hablar con ella, por los golpes, que siempre negó. Admito que yo era bravita, pero no se le pega a un chico, menos, si no es propio.

   Como ya he comentado alguna vez, me sentaba en medio de un chico pelirrojo, y otro, de color, en el pupitre de la primera fila. Debía haber sido uno de los últimos hijos de negros que quedaban en la Argentina

   El primer día de clase, (está la foto), entré al colegio con mi portafolio Primicia negro, delantal a medida con el nombre completo bordado en azul sobre el pecho y la mirada más que sospechosa hacia un costado, donde justo estaba la dirección. Mi vieja siempre ha dicho que parecía a punto de robar el Banco Nación.

 Al día siguiente, volví con unas monedas a casa, porque le había vendido a varios educandos, las galletitas Manon que llevaba, hay que ser turra, ja, (eso que para el comercio siempre fui de terror), y además, detrás de la contratapa del cuaderno forrado con papel araña azul, tenía escritos todos los nombres de los chicos que me habían gustado… La primera adelantada, Doña Pedra de Mendoza…

   En tercer grado, mi compañero de banco, Gabriel, me dijo, en plena clase: Te quiero mostrar algo… Yo miré para su lado, y vi, azorada de espanto, lo que tenía entre sus manos, que apenas asomaba de su diminuta bragueta. Ays dios, no le respondí nada, pero del asco que me dio haber visto semejante babosa invertebrada y acuosa, nunca más le volví a hablar, mucho menos, a sentarme con él. ¿Pero qué carajo tienen los hombres en su cabeza, (de arriba), desde chiquitos? juas, para mí había muerto el pendejo ese, que recuerdo con apellido y todo, y al que alguna vez, me hubiese encantado preguntarle, por qué lo hizo…


    En fin, igualmente, todo lo acaecido no cambio mi estilo de vida. Seguí corriendo por los pasillos de esos inmensos claustros, saltando feliz sobre los bancos, jugando a las figuritas y autitos con los chicos grandes, en el patio de tierra prohibido, izando la bandera con orgullo, vendiendo alfajores para la cooperadora o riéndome con ganas de lo que me causara gracia, siempre, con esa "delicadeza y femeneidad" que tan bien me caracteriza..., Ana C.


 PD: Eso sí, los recreos, eran sagrados, juas...






8 comentarios:

  1. Nenas como vos son universales. Toda maestra tiene alguna en algún momento de su carrera. Lamento q ninguna te haya llegado al corazón, que tenés y grande y por supuesto tenías. Supongo que hasta te tendrían miedo. Suele ser lo que despiertan alumnos difíciles. No diste con una maestra que viera más allá del comportamiento. En nombre de los otros maestros pido disculpas a vos y a todos aquellos que pasaron por situaciones parecidas.
    Labellucci

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  2. Juassss, nooo, no fueron todas, algunas eran divinas, fijate que puse, en general, y no, en particular. Pero la mayoría eran ignorantes y maltratadoras. Igual, tuve varios profes de primera, como el de literatura que amaba, matemática, geografía, botánica, varias, en secundario. En la primaria, pocas. Besitos, Yo.

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  3. Pero en tu colegio eran todos degenerados! Jajaja. Muy bueno, gracias por compartirlo, Anita.

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  4. Juasssssss, me pá que le erré de colegio ja ja ja, ays dios, me vieron la jeta, besitos, Ana C.

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  5. Campaña ya para que la maestra de lengua te devuelva la araña, Anita!

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  6. Ja ja ja ja, lo dudo, ya debe estar muerta, la araña, y la maestra juas, besitos, Ana C.

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  7. Lindo teu blog! Te felicito! ARA LIBRE

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  8. Gracias, Ara, es para esto, para interactuar entre todos, un besito, Ana C.

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