Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

jueves, 10 de noviembre de 2011

Aysss, los ginecólogos...


















          Mi querido ginecólogo era amigo y colega de mi viejo desde siempre, y de la familia, aunque nos hicimos más compinches con el tiempo.

  Lo he llamado para todo tipo de dolencias y/o aflicciones, ya que así como el veterinario de mis perros, vendría a ser mi clínico general, él, sería como una especie de médico de cabecera, por que suelo tener la cabeza en la arg……. 
Y sí, además, es quien conoce a la perfección toda la historia de mi ser, por dentro y por fuera, je.

  Me ha hecho pasar por miles de estudios. En varios, he gritado como una yegua, y él me ha sujetado la mano tiernamente, o un brazo, diciéndome: Calláte, loca, que hay gente esperando afuera.

  Le he roto espéculos plásticos, (ya saben con qué parte de mi cuerpo, juas), siempre siguiendo con mi delicadeza nata. He llorado por haber tenido quistes, los que logró disolver con un remedio fuertísimo, que me originó casi convulsiones y vómitos, por dios, pero me sanó al fin.

 También su clínica ha sido sponsor de las presentaciones de mis libros, a las cuales ha ido; reuniones, asados, cenas y hasta acudió al velatorio de mi vieja, en su momento.

  Igual, me ha tenido y tiene cortita y al trote, vigilándome con dietas, peso, estudios, laburos, relaciones y demás menesteres humanitarios, y de los otros…


   Un día tuve que llamarlo de urgencia, porque al darme la vacuna contra la gripe, me produjo una reacción, en la que creí fenecer: con fiebre alta, dolores musculares y de huesos, tanto, que pensé tener cáncer en toda mi estructura ósea. Claro que cuando me introdujo el “palito de helado” ese que suelen usar para bajar la lengua y revisar la garganta, casi le lanzo encima, ays, cómo odio esos métodos compulsivos y arcaicos, je…


  Otra vez, le mandé un mensajito de texto para preguntarle si me tenía que poner la antitetánica, porque mi adorado Sandokán, había hecho un agujero inmenso en el colchón, por donde salían varios resortes, ergo, al levantarme, me clave uno en el glúteo, que me frenó la aceleración de la trayectoria de mi cuerpito gentil en movimiento ascendente hacia la vida. Ni les cuento cómo se me cagó de risa, diciéndome: ¿Pero qué estabas haciendo para clavarte eso, fifando…?

  En fin, mi ginecólogo es un canto a la vida, labura mil horas por día, va de un lado al otro, viaja a congresos, es divertido, buen mozo, culto, pero ojito eh, solo somos amigos.


  Pero la joda máxima ocurrió, en una de las últimas veces que fui a hacerme un Papanicolau, el que como saben, es muy doloroso e incómodo. En la previa siempre hablamos de temas varios, o con un amigo en común que tenemos, por fono. En esa charla, le dije que hacía rato que no tenía relaciones sexuales, aunque lo tomó en joda, no sé por qué, ja.

 Luego del diálogo, me fui hacia la camilla, para colocarme en posición ginecológica (esa que tanto odiamos las mujeres). Minutos después, el doc. comenzó a revisarme con ese aparato infame que te va abriendo tu mundo interior, hasta que le metí un grito de aquellos, porque no aguantaba más la presión. Así que aflojó el tenor de los movimientos de sus manitas y adminículos, mientras me iba preguntando si estaba todo bien, aseverando a la vez, que mi confesión anterior, había sido cierta.

  Más tarde, cuando yo también me había ido aclimatado a esa situación tan desagradable, sonó el celular. Él se quitó los guantes, desinfectó sus manos y fue hasta el escritorio. Luego volvió, sin dejar de hablar por el fono con la otra paciente, se situó en paralelo a mi persona horizontal, a la vez que con su otro brazo, se apoyaba en una de mis piernas, las que estaban en “V”, levantadas y abiertas, hacia el Universo todo.  

  Fue cuando lo miré, diciendo: ¿Che, no queres que de paso te prepare un whisky? juas, porque no podía creer lo que veía, mientras el señor sonreía y hablaba unos minutos más, para volver a adentrarse en las profundidades de mi ser…

  Ayssss, los hombres, son una garantía sin vencimiento de por vida, aunque en algunos casos, vengan falladitos de fábrica, juas, Ana C.



11 comentarios:

  1. Ah, no, para mi gine durante mi turno no existe nada más que yo. (¿Será porque no atiende más partos?)
    Me encantaron las cositas nuevas del blog, como el adorable pajarito que revolotea, es muy tierno.

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  2. Ja ja ja, no sé, pero no podía creer lo que veía. Muchas gracias, un besito, Ana C.

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  3. Me dio gracia dónde decís que tenés la cabeza y lo de las roturas de espéculos plásticos.

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  4. ves??? por eso yo no atiendo a mis amigas!(danitosp)

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  5. Ja ja ja ja, así soy, y juro que pasó

    Juas, Dany, de lo bien que haces ja ja, besitos y gracias a ambos, Ana C.

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  6. Odio a los médicos... Los evito todo lo posible porque me enferman...
    Labellucci

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  7. Ja ja, pero son muy necesarios, no olvides, que provengo de uno, y los buenos, son de lo mejor. Los otros, que tb los hay, para olvidar o denunciar, un besito, Ana C.

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  8. Ja! Cuadro Dantesco el del tordo hablando por celu y vos, ahí con el tesorito al viento! Y cómo harás para romper espéculos con el tesorito anteriormente mencionado? De qué está hecho tu tesorito Ana? Ahora, no duele tanto che... Besossss!
    Pao "Ladolina"

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  9. Juasssssss, fue de terror, encima q uno, aunque no lo crean, es pudorosa che ja ja ja. Y sí, mi tesorito está hecho de amianto juasssssss, besotes, Pao, Ana C.

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  10. El mío, me asistió en mis cuatro partos. Después de tener dos nenas, en la sala de parto a punto de parir mi tercer hijo le dije: Comportate y saca de ahi un varon! a lo cual me respondió muy amablemenbte mientras desenroscaba a mi hijo del cordón umbilical que lo ahorcaba - Te acordaste un poco tarde, me hubieras llamado hace como nueve meses y al mejor podiamos hacer algo.

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  11. Ja ja ja ja, estuvo genial ja ja. Es una situación tan incómoda, que a uno le salen chistes y demás ja, un besito y gracias, Ana C.

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