Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

martes, 1 de noviembre de 2011

De exámenes...
















    Cuando iba a la UNI privada y religiosa a estudiar una de las licenciaturas, de matemática, tuve que soportar algunas cosillas que otras.

  Entré al examen de ingreso entre las diez primeras de una multitud, ya ni recuerdo los números, y le metí para adelante con ganas.

  Casi siempre, como en todo, entregaba mis pruebas ni bien las hacía, sin siquiera revisar, porque me parecía que lo que había realizado, ya hecho estaba, así que no tenía sentido cotejarlo. Graso error, pero era así, ergo, me sacaba un diez o un 1, extremista a morir.  

 (Una vez en la secundaria, la profe de matemática me preguntó algo muy difícil oral, y se lo respondí bien, así que me puso un doble diez. Minutos después, me volvió a llamar, preguntándome algo mucho más complicadito, para cagarme, que obviamente, no supe contestar, y me saqué un cero…)

  En fin, tendría unos 21 años, libre de culpa y de cargo, desenfadada, con más creencias propias que adquiridas, y algo cansada de tanta “esclavitud” religiosa en esa UNI, en particular, con el director, un baboso importante, a quien le decíamos la pantera negra, porque caminaba igual y siempre estaba vestido de oscuro, claro. Quien una vez nos ayudó a pararnos sobre una silla para pegar un afiche en la vitrina, mientras me agarraba de la cintura, y a una amiga, de su muslo. Tan pesado el libidinoso, que me hartó mal. Así que dije que no me iba a callar nada.

  En general, tenía buena relación con la mayoría de los profesores, era muy buena en estadística, matemática en sí, pero también me fascinaban las materias humanísticas. Siempre decía que los números te abrían la cabeza, y ahí, entraban las ideas literarias y de las otras.

   Igualmente, me había hecho compinche de uno de los curas que nos daba Teología III, un hombre mayor, canoso, de unos ojos profundos, celestes y calmos.  
  Ocurrió que en un examen final escrito, enojada con la vida, con el rector que les comenté y con alguna parte de Cristo, tuve una especie de liberación antiespiritual, que para mí no lo era, que me hizo volcar sobre una hoja de papel, lo más recóndito de mí. Critiqué un pasaje de la Biblia, en donde Jesús había echado a los Fariseos, pero mal, le dije egoísta, mala persona, que su chamullo le había fallado y mucho, que solo hablaba para los demás y no predicaba con el ejemplo, entre otras delicadezas que suele escupir mi boquita, como ya he dicho, al portar una lengua impulsiva.
 Cuando salí del lugar, pensé, uys, me pa que me fui de mambo, con algo de culpa, pero bueno, ya estaba…

  Días después, mientras observaba los resultados de la prueba, colgados en la ventana del curso, al revisar cada uno de mis compañeros con sus notas correspondientes, pude ver, que a la única que no le habían puesto la misma, era a mí, y además, había un mensaje diciendo: Pase por la oficina.
 Ah, bue, dije, soy una boluda industrial con ganas, ¿Por qué carajos no me callé? No puedo ser así en la vida, ahora me va a reprobar habiendo estudiado, Dios (nunca mejor dicho en esos momentos).

  Así que hice la cola delante de la oficina del padre – profe, y en cuanto me vio, me hizo entrar. Les aseguro que estaba cagadísima, además de seguirme puteando en voz baja, por estúpida. Él me atendió con una mirada franca, que me daba toda la seguridad que necesitaba. Tuvimos un diálogo excelente, tocando diversos temas en general, y de teología, en particular. Hasta me contó, ante una pregunta mía, que cuando joven, había estado muy enamorado de una chica, casi por casarse, pero que había optado por Dios, y que mucho después, la debió casar con otro...

  Luego me pidió que le explicara mi crítica a Cristo, cosa que hice de la misma manera, con algo de vergüenza, pero se lo volví a repetir con pelos y señas. Hasta que él me miró con unos ojos pícaros, y sonriendo, dijo: Yo concuerdo con vos…, mientras me entregaba la prueba con un diez escrito, de su puño y letra, en el margen superior derecho de la hoja.

  Ah, bue, pensé, soy Gardel y Le Pera juntos, le mandé toda la fruta en contra de Jesucristo dos veces, la segunda en su propia cara, y el cura me dice que piensa igual que yo, ja, al Colón ya…

  Lo mejorcito fue que terminamos siendo amigos, y que cuando mi papá falleció, lo llamé en ese mismo instante para que le diera la bendición en el velatorio y entierro, y él vino de inmediato. Dijo unas palabras hermosas, y nuestra relación, también quedó por siempre, en paz.

  Dos años después de lo ocurrido, supe que había muerto, pero su recuerdo siempre perduró en mí, a pesar de no estar de acuerdo con muchos fanatismos religiosos, aunque sí, con algunos seres signados por el destino, que hacen merecer a la vida y su estudio, en profundidad, Ana C.

 Para el padre Ramírez (QEPD)




11 comentarios:

  1. Yo tambien fui impulsivo para los examenes,recuedo
    que mientras cursaba la Licenciatura en Analisis de Sistemas en la Unsa(Universidad Nacional de Salta, aun curso la carrera)tenia que rendir el final de A.L.G.A(Algebra lineal y geometria analitica)el examen se dividia en dos bloques cada uno se aprueba con el 40% del puntaje (se tiene que aprobar ambos bloques)El primer bloque contaba con Sistemas de Ecuaciones,Subespacios Vectoriales ,Deteminantes el segundo diagonalizacion autovalores autovectores conicas y la temida rotacion de las cuadricas , 3 hs duraba el parcial y como yo siempre fui lento para todo vino la profe a apurarme asi que le entrege el final , en mi casa revisando mi mochila encuentro todo el bloque 2 que por apresurado no entregue, asi que coleccione mi cuarto 2 en la materia al dia siguiente tambien tuve que tragarme el sermon de la infeliz de profesora que tenia que me tildo: de reverendo inutil.En fin siempre se tiene que revisar las cosas que uno envia.Saludos Ana tu blog es genial.Karlicarlitos.

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  2. Ja ja ja, es verdad Carlos, somos despiste total, pero bue, si no, no sería uno juas. Un besito, y gracias, muy divertida tu anécdota, para eso está este blog también, para interactuar, Ana C.

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  3. Carlos, ponéme el link por acá de tu blog, que no puedo entrar de otra manera

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  4. Ana querida no tengo blog , prometo a fin de año hacer uno ( asi engancho con una materia de la universidad) seguramente sera de los temas que me apasionan como ser: musica clasica, literatura, programacion, peliculas de terror, estoy tan atareado que el unico escape es twitter y blog maravillosos como el tuyo.Saludos cordiales y gracias por interactuar sos una de las pocas que lo hace.Karlicarlitos

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  5. Ahh, compartimos gustos entonces ja ja, amo la música clásica, de hecho estudié desde los 4 años piano y guitarra, hace tiempo y a lo lejos ja, un besito y gracias a vos, Ana C.

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  6. Qué cura piola!! esa clase de sacerdotes son los que te acercan a la religión..
    Como siempre, genial lo que escribís!!
    Besos!!

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  7. Es verdad, pasa que no hay muchos ja, un besito Juli, y muchas gracias, Ana C.

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  8. POr vez primera comento en tu blog, aunque te lei en algunas ocasiones. Muy emotivo el video de titanes en el ring, yo no soy de esa época, sino de los titanes en el Ring que vinieron despues de algunos años mas,allá por los 90.
    Respecto a este post concuerdo con Julieta , esta clase de curas son los que te acercan, guían y uno los toma como referentes y no los que te señalan con el dedo. Abrazos, y sigo leyéndote.
    Barbol

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  9. Muchas gracias Barbol. Es así, cierta clase de personas, curas o de cualquier profesión, nos acercan, alguna vez, con esa realidad q uno veía distinta. Los titanes de antes eran los mejores ja ja, no, es porque uno recuerda su infancia con ellos, los q vinieron luego, van con la modernidad.
    Para todos, dejen siempre sus blogs por acá, para darse a conocer también, un saludo, Ana C.

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  10. Buen ejemplo de por qué no hay que generalizar. En todos los ámbitos y todas las profesiones hay de todo. Un maestro el cura. Muy linda entrada. Besos, Anita.

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  11. Es verdad, para todos los ordenes, je je, un besito y gracias, Ana C. (Me voy a hace monjita juas)

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