Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

lunes, 7 de noviembre de 2011

De secundarios...





















       Ahhh, en el secundario, ya era otra cosa. Los profes no me pegaban bifes ni zarandeaban de los brazos como algunas maestras de la primaria, pero sí me cagaban a gritos, las celadoras, juas.

  Si bien era tranqui, me portaba de lo mejorcito, iba bastante maquillada y con los pelos largos y sueltos, librados al turbulento viento bahiense.
Ni bien ponía un pie sobre el escalón del glorioso Colegio Nacional, la jefa de celadoras, una yegua de primer agua, me gritaba: del Río vaya al baño a lavarse esa cara toda pintarrajeada. Mierda, parecía el ejército. Y la boluda, o sea yo, iba al baño, y a penitas me tiraba agua en la jeta, de bronca.

 También me jodían con el tema del cabello “siempre libre”, a veces, lo llevaba con permanente atado a un costado de la cabeza. Hasta que una me dijo: ¿Y usted, dónde se cree que está con esa cola de un lado solo, en Honolulu? Juasss. Esa celadora era un mono tití con gripe, por dios, con todo el respeto por los monos que los creo superiores a nos, pero horrible la groncha, aunque estuvo graciosa en lo que dijo… Tenía la cara de color betún, lindo se pintaba también, no teníamos onda para nada.

 Otras me seguían de cerca en invierno, por llevar pulóver escote en V azul arriba del guardapolvo (qué nombre tan peculiar o pa-culiar, ja ja). Me lo hacían sacar de inmediato, también las camperas de jeans. Pero había que aguantar el frío polar que hacía en esos pasillos, de los peores que pasé en mi vida, te congelabas mal, en esos corredores del Ártico.

  En fin, tenía profesores de todas las calañas. Amaba al de literatura de primer año, (aún vive), y a él, le encantaban mis redacciones, siempre me preguntaba si no me había ayudado alguna hermana que estudiara letras. Pero no, las hacía solita, (además no tengo hermanas), y eran las que me salvaban las papas del fuego, porque estudiaba, solo lo que me interesaba.

  De hecho me lleve varias materias, desde 3º para arriba, que aprobé en Diciembre, y las de quinto, en Marzo – Julio. Estaba en otra, tenía también muchas materias complementarias en el Conservatorio de música, como ocho, más las trece del secundario, y no podía con todo. Además a esa edad, del primer año, uno boludea más de lo que habla, y sos chica, aunque te creas muy grande.

   La de geografía era de terror, la gorda entraba con tapados de piel y gorros haciendo juego, gritando como una loca. Y si le contestabas algo que no le iba,  te decía: ¿Y tienes el tupé de decirme eso?, a la vez, que te escupía toda, ja ja. Afuera y calladito. Ja, tremenda. La cosa era que a mí no me importaba en absoluto dónde merde quedaban los países ni su economía o clima en ese entonces, así que me la llevé por poco. Y como no la aprobé, fuimos mi viejo, mi vieja y yo a su casa a hablar, para ver qué se podía hacer. Mi papá estuvo charlando adentro como dos horas, mientras nosotras esperábamos en el auto. Ya creíamos, con lo rayada que era, que lo había cagado a trompadas, pero no, resultaron ser parientes, así que la estaban pasando bomba recordando sus antepasados, ergo, la ligué de arriba, y pude superar la materia, y además, nos hicimos amigas. Me fue a ver a varios conciertos de guitarra en homenaje a Borges en la UNI, con una amiga que recitaba, ya de adolescente. Iba con mi profesora de guitarra, se había hecho un lindo grupete.

  A uno que odiaba, era al de Química, quien además de quinto año, también daba clase en la UNI. Nunca me gustó esa materia, pero el tipo, era un vinagre con patas. Obvio que me la llevé, además aborrecía estudiar de memoria. Su pregunta para rematarme fue: ¿Dígame derivados del petróleo? Le dije al toque: la nafta, y respondió: No, a Marzo. Viejo choto de cuarta, hasta ahora que me lo sigo preguntando, y estaba bien lo que le dije…

 La de matemática de tercero, era la ordinariez personificada, entraba al aula siempre diciendo: “La clase, sientensen”. Juasss, burra, le gritaba para mí, porque no volaba ni una mosca. Era brava mal, esposa de un médico conocido, director del hospital, pero sabía, al menos, de números. Es la que me puso en 3 minutos, doble 10 y doble 0, ja ja. Aprendí todo en particular, porque para explicar, no era buena, pero me sirvió para querer esa materia y saberla también.

  Había otra, de Francés, divina, actriz nata, con la que me llevaba bien, pero era remelanco la señora, en un momento nos dijo: Hoy estoy triste, entre llorizqueos, y hacía como que metía los dedos en el enchufe para suicidarse, y nosotros como locos, gritando: Nooooo, ja, ja. Pero me defendía en la materia, ya que había ido unos años a la Alianza Francesa.

  La de física, una pelotuda importante. Una vez, tuvo que poner en el pizarrón un aparato que andaba para el lado de las agujas del reloj, y se perdió, entonces nos preguntaba: ¿Para qué lado iban las manecillas?, ays Dios, lo que uno tiene que soportar.

  La de tercero, de la misma materia, nos tenía al trote. Buena en conocimientos, pero tenía un defecto en la boca que la hacía hablar mal, así que nos reíamos, como debía ser, en un adolescente. También me la llevé, y cuando me preguntó en el final, cómo era el mecanismo de un aparejo, que ni la menor idea tenía, le respondí: Según con la intensidad que se apriete el botón. Juas, una hija de puta con todas las letras, pero callada, no me iba a quedar, ja ja. Y obvio que me mandó a Marzo, por desubicada…

  Después estaba la de Filosofía, ays dios, una solterona que hablaba con la “Z”, que nunca había tenido novio, paciente toda la familia de mi viejo, y encima, vivía con su hermana, también soltera, y la madre, a una cuadra de casa. Mis compañeros eran de terror, cuando pasaban al frente a dar la lección, se le ponían cerquita para joderla, y ella, histérica, los echaba más lejos, ja ja, era para una tragicomedia. Nos debía odiar a todos. Aún andan las dos hermanitas por la calle y dando clases…

  También tuve Latín, sí, no me privé de nada, tres idiomas a la vez. Complicadito, así que fui a clases de apoyo, cosa que me ayudó, porque a esa edad, trece años, a ninguno le puede gustar tal idioma. Ahora, sin embargo, me encantaría saberlo.

  Lo bueno era que mi vieja me dejaba faltar, así que no tenía por qué hacerme la rata, y gastaba todas las faltas, hasta las reincorporaciones, de cada año. Prefería boludear en casa, que por la calle, no me divertía en ese momento, luego sí, ojito, ja ja.

 Otra vez, varios pelotudos, per jodere nomás, me llevaron desde el pasillo de la clase hasta el fondo, donde había un ventanal inmenso de vidrio, y con la espalda, partí uno de ellos. Así que tuvimos amonestaciones para todos y todas, y en casa, me recagaron a palos por pelotuda, cuando nada tuve que ver, pero bue, me la morfé doblada, ya que nunca había tenido apercibimientos, salvo los aullidos, de las mentadas celadoras.

 Así que en quinto año me pasé al turno tarde para poder dormir, ya no soportaba semejantes madrugones. Llegaba dormida al colegio, con esos fríos tremendos, realidades, que no eran para gente como uno, ¿Viste?, je je.    

 Demás está decir que fue el año en que menos estudié, pero el que más, me divertí. Se hizo justicia de una buena vez, ja, pero me recibí con honores, síii, con honores de haberlo logrado, juas, Ana C.



6 comentarios:

  1. Cuando estaba en 5ªgrado, para el dia del maestro,mi madre le regalo a mi maestra srta. Motta una cartera de cuero espectacular!!ovbio que iba para el culo en el cole super burra, no agarraba ninguna, mi madre ya estaba utilizando tus motes de coimera ja ja
    La maestra dijo; si martita no pasa de grado le devuelvo el regalo, y chaann repeti 5ªto y me quede con una cartera hermosa de cuero.Grande la srta. Motta

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  2. Ja ja ja, la embocaste de 10 ajaaaaa, bien ahí lo tuyo, un besito y gracias, Ana C.

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  3. muy buenos recuerdos!!, yo tambien tuve excelentes profesores, yo tuve muchos excelentes preofesores, y los que para mí fueron malos, me han enseñado como no debo enseñar, si alguna vez me toca hacerlo, a alguin determinada cosa.
    Abrazos Ana C. te sigo leyendo

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  4. Muchas gracias, es verdad lo que decís, y eso es bueno para optar en nuestras vidas, un besito y gracias, Ana C.

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  5. El "según con la intensidad que se apriete el botón" se podría convertir en un clásico de los adolescentes... si se tomaran el tiempo de leer, claro. Muuuy bueno,lo leí anoche, me encantó tu relato de aquellas épocas.
    Labellucci

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  6. Ja ja, gracias, no tuve cara al decir eso, aysss, ser adolescente, juas, besitos y gracias, Ana C.

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