Ojito...

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No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Mi Gordini azul...


(Era algo parecido a éste, je) 

















    Cuando tenía once años, mi vieja me compró un auto Gordini verde clarito, (horrible si los hay), al que pintamos de azul petróleo, para enseñarme a manejar. También, a esa misma edad, me había regalado un Rolex y aritos de brillantes reales, los que yo aborrecía, y que ahora querría tener. Obviamente, mami, tenía delirios de grandeza, ja, pero bueno, se los respetaba, aunque me sacara de mi eje, el que tampoco era muy centrado que digamos.

  Íbamos al parque a practicar con ella de copiloto, por las calles de tierra, donde no andaba mucha gente. En seguida me di maña, era más que divertido para mí. Salvo un día, ya en una avenida transitada, cuando vi a un amigo de la escuela que me gustaba, y dije: Uys, mirá tal, y me fui directo a él, en un movimiento uniformemente acelerado de línea oblicua, hasta que mi vieja gritó: Cuidado con el chicoooo, y pegué el volantazo al toque, para salvar la vida del pobre que miraba con ojos desaforados, mientras también saludaba.

  Después tuvieron un Peugeot, del mismo color, (qué autazo era ese), que siempre me lo daban para dar vueltas con amigas o sola, boludeando por la city. También, un Renault doce plateado para mí sola y un Taunus rojo de la flia. De vez en cuando me mandaba alguna macana, por distraída, tragándome a tres o cuatro coches en toda mi vida, que tampoco fue tanto che, je.

  Cuando fui a sacar el carnet de conductor, creo, a los 16, tuve la suerte de que el director que tomaba examen, fuese paciente de mi viejo, así que entraba recomendada. Manejaba bien, pero el zic zac hacia atrás, me salía para el tujes. Me tocó un día antes de Navidad ir a realizar tal menester. Y de los nervios, cuando estacioné, me llevé puesto un caballete que quedó enganchado en la parte trasera del coche, y la marcha atrás zigzagueando entre los conos, no la terminé. Pero igual me lo dieron, ja, ergo, entré a la oficina, donde estaba el tipo, con dos botellas de sidra para agradecerle, y él me dijo: ¿Qué haces? envolvelas  con papel que nadie las vea y las tapó con un diario, ja ja.

  De ahí en más, andaba canchera por la vida, en mi auto, el que creía era un Mercedes, pero no cotizaba en bolsa como tal.

   Resultó ser, que la otra parte de tránsito, el corralón, estaba a una cuadra de casa, así que nos conocíamos casi todos. En esa época, se los llamaba zorros grises, a los agentes de tránsito, (sí, como lo leen, y no soy Matusalén, juas).
 Había uno, Beto, que era igualito a Tom Selleck, el que hacía la serie, Magnum, (ya sé que es gay, pero igual está más bueno que comer pollo con las manitas). Un bombón de aquellos, rubiecito de ojos claros, blanco mal como la leche, cosa que ya era más que impresionante para mí, porque me gustaban siempre, los más negritos, je. 

  Al pasar por casa solía tocarme bocina con la grúa o la moto, mientras yo le hacía ojitos, hasta que me lo levanté del todo. Ahhh, qué  flor de machos tuve, ja ja ja.

  Pero sucedió que un día en el que la estaba pasando bomba a los chupones con él, apoyada en la pared de una casa, a la vuelta del corralón, se le ocurrió aparecer a mi vieja con mi tía en auto, justo por ahí. Mierda, quería desaparecer por el resto de mi vida, pero no, ahí estaba ella asomando su cabeza por la ventanilla con cara de orto, moviéndola de un lado al otro, mientras decía: Muy bien diez felicitada, ajaaaaaa. Y mi tía como acompañante, cagándose de risa, y mirando, lo bueno que estaba el tipo… (Otra que había sido rápida de joven, ja ja)

   Qué yegua, por esa boludez, me dejó una semana sin salir a la calle. Bue, cosa que no me importó tanto, porque acabo de recordar, que de día, también solía escaparme por la ventana del techo, así que me iba a la merde, hasta que ella volvía de dar clase.

  A la chica que laburaba con nos, Aurelia, le cerré la boca rápido, presentándole a otro zorro gris compañero del mío, para que no me delatara. Hice doblete.
 Tiempo después, me cansé de este buen mozo y empecé a mirar a otro. Se ve que en el barrio, la muchachada, había sido sumamente frondosa, ja ja, Ana C.



9 comentarios:

  1. Muy buena la historia, simpatica y con buen gusto, no hay como las anecdotas de las madres Felicidades y espero leer mas, saludos Karlos742, te sigo en Tw

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  2. Ja ja, muchas gracias, te dejo un besito, Ana C.

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  3. Me pregunto si habrá pasado algo dentro del Gordini y en tal caso, si no habrá habido algún incidente. El Gordini no parece lo óptimo para las actividades amatorias, jaja. Tengo la intuición de que sos de aries, ¿le pegué? Me encanta leerte. Besos, Anita!

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  4. Ja ja ja, no, en el Gordini no pasó nunca nada, era muy chiquita, 11 años, en los otros sí, pero más, en los coches de los novios, juas.
    Soy pisciana, y una buena representante del signo ja ja: libre, caprichosa, extremista, idealista, hipersensible, loca, contradictoria, fiel, despistada, con los pies en el aire, justiciera y muy imaginativa ja ja, besitos y gracias, Ana C.

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  5. "Muy bien diez felicitada..."Jajajaja...no lo puedo creer. Y no puedo creer que estés contando todo ésto con tanta gracia... Además pienso en todos los coprotagonistas de las anécdotas si se ven reflejados en los relatos! Más de uno o una se debe querer matar. Bahía Blanca es casi como la Caldera del Diablo gracias a tu vocación de escritora. Maravilloso para nosotros tus lectores anónimos. Gracias por compartir tus relatos!
    Labellucci

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  6. Juasssssss, y te juro que fue así mismito ja ja. Y que agradezcan que no di nombres, juas, un besito, Ana C.

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  7. Queremos mas anécdotas pero sobre cuatro ruedas!!;jajaja
    Muy bueno este post Ana!, abrazos

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  8. Ja ja ja, lo intentaré, tengo tb algunas juas, un besito y gracias, Ana C.

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  9. vos si que no te privaste de nada any eh jajja pero quien te quita lo bailao!!!!!!

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