Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

sábado, 12 de noviembre de 2011

Primos… (De niños…)


("Fortachos", verdadero boliche de Necochea)









(Depto que alquilamos varios años en la calle 6, se me pianta un lagrimón...)















      Cuando era chica, y sobre todo, al ser hija única, me pasaba los veranos enteros de tres meses, junto a mis primos y sus amigos. Claro que ellos eran bastante más grandes que yo, algunos me llevaban tres años, otros, seis y hasta nueve. Al tener doce, la diferencia era mucha, así que tenía que andar al trote para seguirles el ritmo y que no me dejaran de lado.

  Era rápida en las respuestas, los desconcertaba con eso, aunque por ahí, ni supiera lo que significaba alguna palabra, pero callada no me iba a quedar… Debía demostrarles que podía estar siempre a su par. Y eso me agilizaba, a la vez, la mente.

  También se me agilizaron los dedos, ya que en ese entonces, me enseñaron a afanar. En cada Kiosco o almacén que íbamos, debíamos robar algo, para sentirnos “triunfadores” y luego mostrar el trofeo. La puta madre, si habré sufrido para hacerlo, pero lo logré, claro, no podía ser menos que ellos.
 Mi vieja casi se infarta al enterarse, y peor fue, cuando lo vio al novio de mi prima, un señor serio y adinerado, meterse un paquete de papas fritas Kellog’s debajo del saco en el almacén del barrio, ja ja, nos reputeó a todos juntos, qué papelón. Y a mí, una vez, me mandó a devolver el paquete de pastillas afanado, casi me desmayo de los nervios, ja.
 Cosas de adolescentes pelotudos que se hacían los chiche bombón al dope, dando el mal ejemplo a una niñita modelo como yo, juasssssss…


  A los catorce fue el momento crucial, tocaba el violonchelo, (lindo vehículo para atrapar almas), y varios instrumentos más, sabía idiomas, (que ahora ni recuerdo), y me defendía con la lengua, de carne, je. Íbamos a todas partes juntos acá, y particularmente, en Necochea, donde ellos vivían.

  La cosa era que para mantener sus pasos, debía imitarlos en casi todo, así que tuve que tomar licor de menta o de huevo de una en los pubs, y hacerme la que no me molestaba en absoluto, cuando por dentro estallaba de ardor; usar tacones altos y plataformas, realidad que me encantaba, y pintada, estaba siempre…

  Y sobre todo, debía armarme de más herramientas interesantes, con algunos de sus amigos, recuerden que ellos tenían veinte años y algunos, hasta más. Íbamos a cines, teatros, pista de patinaje, (patinaba muy bien), peatonales, negocios, playa y demás. Lo pasábamos genial.
 Al mar, siempre todos en familia y con una canasta repleta de morfi, sándwiches de milangas y demás, donde lo primero que hacíamos al llegar, era comerlas… Todos lechones, ja ja.


   La joda fue una noche, en que a los grandulones se les ocurrió la brillante idea de llevarme primero al casino, y luego, al boliche, donde me rebotaron en ambos lados, ja ja. La calentura que tenían esos muchachos era digna de poner en un marquito: Ves, tan madura que sos, por tu culpa no nos dejan entrar en ningún lado, me decían
Y yo les respondía: Boludos de cuarta, lo decidieron ustedes, no yo…

  El del casino me pidió la fecha de nacimiento al toque, y tuve que pensarla, para poder mentir, ja. Y el otro, ni pagándole, me dejó entrar al boliche. Tenía mucha cara de nena, más que evidente que nos iban a rechazar…
 Pero igual me seguía haciendo la canchera, hablando del mundo y sus riesgos metafísicos, además de las pelotudeces diarias, de las que no tenía ni la menor idea, pero le metía para adelante. Como dice el chiste, mejor hablar de sexo y no de porquerías, ja ja.


   La eclosión vino en el transcurso de un viaje en auto a mi ciudad, donde mis padres iban obviamente adelante, y nosotros tres atrás, (primo, prima y yo). Ellos me empezaron a cargar, diciéndome que yo no sabía lo que significaba la palabra “coger”. Ahhh, y para qué, obvio que no sabía, tendría unos doce años, pero la bronca se salía de mí para responderles. Así que les dije: Claro que sé, pelotudos… Entonces me pidieron que se los dijera al oído, y le susurré a mi prima: Es tocar el culo con la mano…, ja ja ja, (lo que realmente creía), y ella me contestó: Y con la concha, boluda… Ajaaaaaaaa, dos taradas tratando de ver quién la tenía más larga, por dios.

  Fue en ese mismo viaje, cuando comencé a atar cabos y tomar consciencia de que tal palabra podría significar también otra cosa, por la respuesta obtenida, sin descartar la mía. Ergo, imaginé al pito del hombre rozando nuestra zona sexual femenina, anche, introduciéndose en ella, y les juro que me dio tal asquito ajeno y vergüenza propia, que nunca más volví a hablar del tema. 
 Hasta que la vida, y el aglutinamiento de hormonas, me llevaron a practicar tal acto, sin ninguna clase de culpas ni de cargos… Se hizo justicia, je je, Ana C.



7 comentarios:

  1. Muy buena historia. Que mundos extraños que hay que enfrentar de chicos!
    El que puede sobrevivir a la infancia se puede reír de los problemas de los adultos.

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  2. Ja ja, coincido, uno es tan, pero tan, inocente, que no se puede creer, pero te aseguro que sería genial vivir por siempre así, ja ja, gracias por comentar, Ana C.

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  3. Jajaja, está para ilustrar algunas ideas de Freud sobre la investigación sexual infantil. Yo también como a los diez años imaginaba que si una mujer y un hombre dormían abrazados engendraban un hijo, después de ver un capítulo de "Atreverse" en el que mostraban eso. Muy bueno. Abrazo, Anita.

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  4. Ja ja ja, a uno la engañan como una cualquiera cuando es niña ja ja, besitos corazón, Ana C.

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  5. anita la salvaje jajajajja .te imagino chiquita llena de rulos,inocente, peleadora ,caprichosa,meterete,con cara de mi pobre angelito y tremendamente insufrible jajajaj pobre madre!!!!!aunque ahora lo unico que habras perdido debe ser la inocencia lo otro me parece lo conservas jajajajajjaaj

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  6. OnlyPaulita. Jajajaja, no dejo de reírme con tus historietas de adolescente, son geniales, te admiro por eso,y no me quiero imaginar haciendote la canchera con los tacos, tus respuestas eran geniales. Yo era una pelotuda barbara y tímida, igual que ahora, juassssssss.

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  7. Juas, Lauri, la inocencia tb la sigo teniendo ja ja ja.
    Gracias, Pauli, me tenía que esforzar, si no, me dejaban de lado, juas, besitos, Ana C.

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