Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

lunes, 17 de octubre de 2011

Los Titanes...










        Cuando era chiquita, amaba el programa “Titanes en el ring”, tenía todo lo que ellos produjesen e iba a verlos cuando venían a la ciudad.
    A mis viejos, un poco les preocupaba, mi tendencia a esa brutalidad de aquellos sudorosos golpeándose unos con otros en público. Pero tampoco les agradaba que jugara con soldaditos, autos match box, pistolas y cartucheras de cowboy, a la pelota, (y sí, era bastante machona), que saltara sobre los bancos en la escuela, trepara paredes, hablara en neutro, fuese líder de un grupo de niños, a la voz de: “Adelante, mis valientes”, mientras bajaba desaforada las escaleras de casa encabezando una troupe de fieles educandos, y demás menesteres, por cierto, nada femeninos…  Pero así era yo, y se lo tenían que morfar.

    Igualmente, mi mamá me acompañaba siempre a ver los titanes, superando todos los escollos, que una señora de sus características, tenía, como: Toparse con las puteadas de “Joe el Mercenario”, (a ella y a mi), el amontonamiento de gente intentando alcanzar algún producto arrojado al aire por ellos, las largas colas de espera para entrar, estar casi al lado de semejantes tomas bruscas, soportar las peleas verbales en existencia, etc.  
   Ni qué decir si a mí se me antojaba algún autógrafo del más difícil en cuestión, donde había que recorrer cielo y tierra para conseguirlo…
 
     Era genial ver el silencio terrorífico que se producía con la aparición de ese ser vendado por doquier, con su música de fondo: ¡La momia…!; la cuota de dulzura ocasionada por Pepino el payaso; el impacto general del Caballero Rojo; aquella ambivalencia  amor - odio, originada por Martín Karadagian, junto a su secuaz, Joe Galera; el snobismo de Super Pibe; la historia viva de Don Quijote y Sancho Panza; el suspenso de la Viudita Misteriosa; lo ampuloso del físico del ancho Rubén Peuchele (uno de mis preferidos); aquel desierto acarreado en el nombre de Tufic Memet; la alegría del Gitano Ivanoff, y de tantos otros personajes con sus temas musicales acordes…
  
    La cosa fue, que una tarde en la que mi primo había ido conmigo a ver el show de estos forzudos, al club local, mientras estábamos sentados en primera fila aguardando la pelea, apareció de repente el árbitro William Boo y empezó a patotearme mal. Yo lo miré sin comprender nada ni pronunciar palabra, mientras el tipo seguía jodiendo a gritos. Ergo, mi primo se levantó, le retrucó sus palabras, y casi se van a las manos. Menos mal que lo frené a tiempo, porque este personaje, solía hacer toda clases de pantomimas en joda, para enardecer al público por uno u otro rival en acción. Después nos vino a saludar, pidiéndonos disculpas, pero el mal momento, no nos lo quitaba nadie.

   Igual, a mi me divertía mucho ver a esos hombres disfrazados, me fascinaba la estética, cotejar si estaba bien hecha o no, observar ese eterno enfrentamiento entre el bien y el mal, sobreponerme al padecimiento de las injusticias de los árbitros, escuchar a la gente abucheando a los nefastos y vivando a los éticos, concentrarme en el relato del locutor de turno, (he visto pasar varios), y en el pensamiento y estrategia de cada uno de los luchadores.
    
     Creo que todo aquello fue un aprendizaje de las diversas culturas, esas que convivían en un mundo paralelo, al que uno no siempre podía acceder literalmente, pero sí, en sus fantasías diarias.
  Era también, una especie de presagio lúdico de las vicisitudes que la vida nos traería alguna vez.

    Además, mirar esos ojitos rebosantes de inocencia en los niños, temblando de miedo o riendo de felicidad, era algo digno de perpetuar en nuestros días. ¡Cuánta emoción acumulada y compartida, había siempre en esos estadios! Siempre lo recordaré...

   Cabe señalar, que a pesar de que mis viejos no compartían mis gustos, siempre estaban ahí, para complacer los constantes pedidos. Y esas virtudes, tampoco se olvidan con facilidad, Ana C.



   PD: Entre nos, a uno de los locutores me lo encontré en un cumple de capi, no hace mucho. El tipo, al que no parecían haberle pasado los años, se sentó al lado y me empezó a tirar onda:

-         ¿Nos conocemos…?

-         No, ¿Y vos?, le dije

Para luego acotar, bien a lo boluda nata:

-         Bah, yo te conozco de los Titanes…

  El hombre me miró como diciendo: sos o te haces, ja, y yo me morí de risa imaginando que le había cortado el mambo, pero se lo dije en serio, o sea: Sí, confirmado, soy una boluda importante con diploma certificado…



10 comentarios:

  1. Mirá vos! No te imaginaba fan de los Titanes! Un turro Wililiam Boo, jajaja! Yo era chico cuando ya empezaban a decaer pero los recuerdo con cariño. Beso, Anita!

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  2. Ja ja ja, es que soy bipolar como la que te jedi juasssssss, pero sí, me encantaban y me emociono al recordar toda esa época, toy hecha una vieja chota ja ja, besitos y gracias

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  3. Los recuerdos de la infancia no se borran jamas, vuelven cuando los llamamos y en ese momento volvemos a sentirnos chicos sin mas responsabilidades que reir, hacer los deberes, tomar la merienda, no arrugarnos los vestiditos con voladitos, zapatiros limpios.BELLA EPOCA.Ana Grilli

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  4. Es verdad, en estos momentos añoro esa etapa un montón, estaré hecha una vieja chota ja ja, un besito y gracias

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  5. Y no jugaba a repetir las luchas con los compañeritos??

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  6. Ja ja ja, no, Jorge, pero le juro que desde la adolescencia en adelante, le di duro y parejo para resarcirme juasssssss, un besito, Ana C.

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  7. Muy lindo acordarse de Martín Karadagian, acordarse de una epoca adonde ser serio y honesto era una virtud! FELICITACIONES!

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  8. Muchas gracias, esos tiempos, son inolvidables, un besito, Ana C.

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  9. Jeje... no sé por qué pero no me extraña que hayas sido fanática de los Titanes. Da con la idea q uno se va armando de vos, al leerte. Fanatismo y ternura al mismo tiempo. Lindo volver con la memoria a la infancia. Lindos tus viejos. Los míos eran así. Hermosos recuerdos.
    Labelluccci

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  10. Ja ja, así es, me comprendiste bien en tu lectura. De hecho, estaba pensando que esto que estoy haciendo, es como una especie de diario camuflado, ja ja, un besito y gracias, Ana C.

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