Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

viernes, 21 de octubre de 2011

Anécdotas...










      En una época, de adolescente, veraneábamos los tres meses, en Sierra de la Ventana, porque teníamos parientes allá, aunque parábamos en el Hotel Provincial. Solía ir también mucha gente de capital y demás lugares del país. Así que siempre me hacía de alguna amiga para salir.

    Comíamos como lechones, ya que en el hotel servían tres platos, más el postre, además de los helados y chocolates autóctonos, a toda hora del día.   
   A la tarde, andábamos a caballo, galopando por el pueblo como brillantes amazonas, nos bañábamos en la pileta de allí o boludeábamos con los lugareños.  
 Había varios de ellos, con los que nuestros padres, nos querían enganchar: Uno con un castillo “de en de veras”, quien una vez nos hizo escuchar a la noche y ahí mismo, un disco con sonidos de terror, que contenía gritos, puertas que se abrían y cerraban, llantos, lamentos, mientras apagaba y prendía las luces, casi nos morimos del susto. Y otros muchachos, siempre con un buen pasar, conocidos y demás.
  Como íbamos temprano de vacaciones, ni bien terminaban las clases, veíamos a todos los visitantes desde el principio, para seguirles bien la pista.  

  Obviamente, yo siempre optaba por el que menos guita tenía, porque el abuso de autoridad monetaria, era algo que siempre me molestó y molestará. Con decirles que me levanté un camionero, porque tenía onda así tipo Luque, hasta que el tipo me fue a buscar con el camión al hotel. Imagínense cuando lo vi llegar con el mionca, ja, me escondí tras la arboleda y luego salí rajando pal campo…

    
      Resultó ser que una noche, fuimos todos al boliche de onda, (el único en existencia, y que a la tarde, oficiaba de cine - bar). No saben lo que era, las luces blancas de la pista caían perpendiculares, tipo rayo láser del subdesarrollo, hasta temimos por el desintegro al instante de nuestras vidas. 
 Mientras nos estábamos divirtiendo, bailando, criticando al lugar y demás sonseras básicas, apareció un bomboncito abogado de maso 33 años, (yo tendría unos 22), que me gustó de entrada. Nos conocimos, formamos una linda amistad,  haciendo wing surf en el dique Paso Piedras, donde me caí redondita sobre el agua, en una explosión más que interesante, etc.

   Pero a la semana, llegó al lugar otro bombón abogado de 26 añitos, con el cual también hicimos buenas migas, y no, de pan…

   En esa época, una practicaba tantas cosas arriesgadas y raras, que creo ahora, moriría en el intento… Una madrugada, hicimos el amor al lado del arroyo, sobre ese pedregullo insoportable del piso, que por supuesto, en ese entonces, ni lo noté.  
 Fue muy romántico, luego, me cargó en sus brazos, para que no pisara la suciedad del suelo, (aunque ya nos habíamos revolcado mal), y llevó así hacia el auto, entre besos y mimos. Esos eran hombres, carajo…
  Ahora, si llegase a trasladar tal episodio a la actualidad, creo que tendrían que llamar de urgencia, mínimo, a la grúa municipal para que me levantaran del piso, además, de desincrustarme el millón de mugrosas piedras clavadas en la espalda. ¿Pero quién me quita lo empedrado, digo, lo bailado???

    En fin, como colofón, seguí practicando el “amiguismo” con este buen muchacho tan educado y fogoso, hasta que supe que era hermano del boga  relatado con anterioridad. Ergo, ambos se enteraron de lo acaecido, y me cortaron el rostro, ya sin tanta educación…

   Así que me fui cantando bajito, indignada con estos millonarios que se creen endiosados, cuando una solo quiso interactuar, sabiendo claramente, que la familia tira y mucho, sobre todo, si es la de ellos.
 Y que agradezcan que no tuve el gusto de conocer al padre…

   Porque eso sí, podrán decir lo que quieran de mí, pero jamás de los jamases, que fui protagonista de: La intrusa. ¡Faltaba más!. Será justicia…,  Ana C.





6 comentarios:

  1. Me hacés matar de risa con tus historias, porque todas vivimos algo parecido..Qué tiempos aquellos!!!
    Besos!

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  2. Ja ja, es verdad, por dios, al menos lo recordamos con risa, que sana ja ja, besitos y gracias

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  3. Una historia parecida viví en mi adolescencia en Orense, que también es un pueblo chico con gente que se dedica al campo. A mí no me venían a buscar en "mionca" pero sí en Jeep y subíamos por los médanos a toda velocidad. Me hisciste revivir aquellas aventuras de verano. Te dejo un abrazo, te sigo siempre en twitter con nuestra lucha anti k. Soy una JUSTICIERA

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  4. Síii, lo conozco de nombre, a Orense. Esas épocas nunca se olvidan, ja ja, un besito, Ana C.

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  5. Tenés una genialidad muy grande para escribir Ana. Te recomiendo. Besos!

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  6. Muchas gracias, Agustín, sos muy amable, un saludo, Ana C.

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