Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

sábado, 8 de octubre de 2011

De casamiento...






     Eran los últimos días que me restaban en capital, antes de viajar al casamiento de la hija de mi amiga, en La Plata. Y como me suele ocurrir, al final de cada odisea, por más que lleve trescientos millones de Euros, siempre termino con la misma miseria en las arcas de mi haber.
   A la mañana siguiente, me fui al subte de la 9 de Julio, con mi maletita azul de manijas y rueditas, que se atascaba a cada paso, protestando en voz baja, por el cansancio acumulado y amontonamiento de gente. No tenía ganas de ir, pero los quería tanto, que si no lo hacía, mi deber moral jamás me lo perdonaría. Luego la espera del bus en la terminal, y nuevamente, a viajar mi amor…
  Todos los bahienses nos hospedábamos en el mismo hotel, simple, pero acogedor (con el perdón de la palabra).
 Horas después de los saludos, duchas, maquillajes y cambios varios de ropa, nos fuimos a la iglesia, en las afueras de la ciudad, donde una ceremonia muy cálida nos hizo vibrar de emoción, y de allí, a la tan mentada fiesta que duraría todo el día, hasta la madrugada.
  Cuando llegamos al salón, kilómetros de mesas decoradas con el mejor gusto y adobadas con los mejores manjares, nos recibieron. Ahhh, eso era vida, pensé, agotada de tanto viaje a cuestas y sueño postergado, mientras nos lanzábamos hacia esas exquisiteces, con la delicadeza, que me caracteriza… Daba mucho placer, también, reencontrarnos con tanta gente de nuestra ciudad, en un lugar, que yo, al menos, a penas conocía.  
  Luego del morfi, llegó el baile, y al primer intento de invitación, como estaba con unos kilitos de más y hecha percha, dije casi gritando, que ni loca mal, saldría a la pista. Entonces me ubiqué en la mesa asignada y permanecí observando la conducta de los demás comensales. Hasta que mi mirada, como telescopio ultra preciso, enfocó a un sujeto del tipo masculino, sin esposa a la vista, bien parecido, de unos cincuenta y pico años de edad, ojos azules, semejante al actor Paul Newman, (léase un bombón de puta madre), el mejorcito de la fiesta. Pero, como en esos momentos estaba con mi teoría de: entre un plato de comida y un hombre, opto lejos, por el plato de comida, seguí dedicándome al engulle y gane, ahora, de sentada…

 Minutos más tarde de diálogos y risas entre amigos, me enteré que era viudo, que vivía cerca del hotel en donde parábamos, que había estado muy triste, y que su apellido era justo el opuesto a este padecimiento sufrido. Nuevamente insistieron en que saliéramos todos a la pista. Pero, me volví a negar, además de sentirme pesada por la comida, los vestigios del viaje se empezaban a sentir, cada vez más, sobre mi cuerpo. Ergo, seguí observando hacia mis alrededores cercanos y lejanos. El tipo seguía allí, en diagonal a mí, haciendo morisquetas con la suegra de la novia.
  Después de que el bolo alimenticio ya había comenzado a descender por mi tracto digestivo, me dije: ¿Y por qué no intentar levantarlo, si está rebueno…?
  Entonces armé la estrategia de: me hago la histérica - paranoica con un toco y me voy, previendo su ida al ala opuesta del salón contiguo, en donde estaban los tragos, en una especie de islita, remonona.
 Dicho y hecho, mientras yo estaba pidiéndole al mozo, con mi mejor histrionismo seductor, algo dulce y alcoholizado, (cuando en la vida me había dedicado con tanto ahínco a esos menesteres), el susodicho, se instaló a mi lado y pidió otro para él. Me hice bien la boluda, cosa que nada me costó, y seguí coqueteando con el barman, quien me preparó un brebaje turquesa profundo tipo Caribe a pleno, denominado: “Entrada al paraíso”. Fue tanta la cháchara y  jueguitos entre sonrisas y palabras, que el señor en cuestión, me dijo:

-         ¡Qué propaganda tiene ese trago!: ¿Me dejas  probar del tuyo?

  Yo temí responderle con el peor de mis instintos más precarios, ya que el primer sorbo dado al “paraíso viviente”, me había embriagado la laringe con una turbulencia tan fuerte, que casi me cierra la glotis:

-         Claro, le dije, hecha un pimpollo rebosante flotando sobre la bebida etílica…

  Él agarró el vaso, con mi mano incluida, y tomó un sorbo del mismo, emitiendo guturales de aprobación. Me sentía la Mata Hari del subdesarrollo, casi lo tenía a mis pies, sólo faltaba rematar el momento. El toco, ya estaba listo, ahora restaba, el me voy… Y eso hice, antes de intercambiar algunas palabras:


-         Rico lo que te prepararon…
-         Sí, estoy acostumbrada a eso, dije con una sonrisa cómplice
-         ¿No sos de acá, verdad?
-         No, de Bahía…
-         ¿Y a qué te dedicas? (bueno, el tipo ya tenía un pedo interesante, tampoco pidan mucho)
-         Escritora, ¿Vos?, respondí mientras le daba otro touch al trago, haciéndome la canchera
-         Médico…

 Ahhh, pensé, perfect, intentando disimular el levante de prima que me estaba haciendo:

-         ¿Qué especialidad?, mi viejo también lo era…
-         Psiquiatra
-         Justo lo que el médico me recomendó, le contesté ya buceando entre los hielos más profundos del trago, como una nueva náufraga del Titanic

   Nos miramos tiernamente, a la vez, que le pedía al mozo otro drink con ojitos chispeantes,(ya era el tercero), y me alejaba del lugar, moviendo las caderas con aires de reina del trago largo, mientras el nuevo sorbo de alcohol, con su clima tropical, me trepaba por el pecho, inundando, a su paso, pulmones, garganta, amígdalas y cabeza toda…

  Ya otra vez instalada al borde de la pista, me dije, ahora le toca a él, seguro me invita a bailar. Mis palabras se convirtieron en realidad, como si hubieran sido tocadas por su varita mágica, y esperando ansiosa que lo hiciese. El hombre, (no recuerdo su nombre), me tomó del hombro por la espalda y llevó al centro. De ahí en más, (serían las 15 hs), no dejamos de bailar hasta entrada la noche. Esporádicamente, algunos amigos se acercaban diciendo:

-         Menos mal que no querías bailar, entre carcajadas

  Aunque no sé que crédito podrían tener estos serios contadores con las corbatas colgando de sus frentes y pantuflas del Demonio de Tasmania…

  Los demás, pasaban a nuestro lado haciéndome morisquetas ordinarias, aysss, lo que he padecido, todos cargándome con un secreto que, más que a voces, ya era a gritos…
   Cuando terminamos de bailar, no sabía si mis pies eran míos o alquilados, mientras mis amigos, padres, abuelo de la novia, etc., se dedicaban a “hacerme gancho” con el doc, invitándolo a venir a mi ciudad, alojarse en sus casas, faltaba que nos pagaran el telo, por dios…
  Él también me invitó a su casa-consultorio (no sé si para cogerme o tratarme), y además, me robó un pico, luego de salir la pareja ganadora por la resistencia al baile… Así que nos intercambiamos teléfonos y despedimos, sin ninguna clase de otro roce previo, ya que yo no quería más lolas, había sido suficiente lo obtenido por ese entonces…
  Ergo, me volví al hotel con mis amigos y nos fuimos a cenar, para perdernos en la misma manzana del alojamiento, sin haber cruzado ninguna calle. No hay caso, cuando uno nace ganador, se nota hasta en los pequeños detalles…

 Conclusión: A pesar del agotamiento crónico, la factibilidad a la comida chatarra o de las otras, y a la comodidad perpetua del alma sola, si te propones algo con fuerza, es muy posible que lo logres, máxime, si la presa suele ser tan previsible, como estos seres angelicales, denominados, hombres…, Ana C.



11 comentarios:

  1. Excelente!!!!!!! la proxima vez que vaya a un casorio aplico la tecnica!!! Pero no me vuelvo sola al hotel con los amigos!!!! jajajjajajaa

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  2. Juassssssssssss, es lo que tenía que haber hecho ja ja, gracias, un besito

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  3. jajajaj my lindoo y hay que atreverse, no era tan descabellado y la pasaste bomba y reafirmaste tu seduccion umm muy bien diez!!!!lili brito

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  4. si todo bien , pero como diría un amigo : de coj.. ni hablamemos !!!
    Bsos

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  5. Ja ja ja ja, Vic, es una gran verdad..., Saludos
    Gracias Brito, al menos, me divertí y mucho juas, besitos y gracias a los dos

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  6. Después de leer detenidamente y con mucha atención la crónica del levante, llego a la conclusión que no se fueron a su casa-consultorio porque los dos tenían encima un soberano pedo, jajaja.
    Un beso

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  7. Ja ja ja, me había invitado para el otro día, yo me quedaba solo un día más allá. Pero el pedo, con la movida de patas todo el día en la pista, se nos fue juassssssssss, yo era un dragón juas, besitos

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  8. Y acá me quedo esperando otro final... es más común de todos los finales. Y no. Me sorprendiste una vez más. Una anécdota bella, simpática y muy tierna. Un dulzorrrr...
    Labellucci

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  9. Ja ja, todos esperábamos lo mismo, pero no, tenía mis ojos puestos en otro, que había quedado en baires ja ja, besitos

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  10. como me hiciste reir Ana,desopilante. Flor de borrachera tenían jaja. Me encantó
    @cascabelazul

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