Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

miércoles, 26 de octubre de 2011

El Señor P.




(Qué nos hicieron...)



(No nos priven de la libertad, humanos...)






         Hace algunos años, resultó ser, que este buen señor P. (lo llamaré así por ahora), era el presidente del Colegio de Veterinarios. En ese momento se capturaban perros, y él, bregaba por la perrera y demás menesteres tan nefastos.
     Yo he sido y soy proteccionista desde antes de nacer, así que me dediqué a juntar todas las asociaciones habidas y por haber, independientes, privados y públicos, a pedido de varios de ellos por mis cartas al lector y otras actuaciones realizadas, en defensa de los animales. Ergo, tuvimos muchos encuentros, hicimos bastante, hasta que por el ego de muchos, se disolvió la agrupación y yo seguí por mi cuenta, que es lo más sanito mental que pude hacer…

        Pero en una de esas reuniones, donde había logrado juntar a todo el mundo en la sede del Colegio de Veterinarios, con dirigentes oficiales, veterinarios y este señor P., la cosa se fue poniendo brava, tanto, que en un momento, creímos que nos íbamos a agarrar a las piñas mal. Así que intentamos bajar los decibeles de las barrabasadas que esta gente decía sobre los perros, hasta lograr al menos, evitar los gritos, y obviamente, los bifes, además de no sacar nada en limpio para la humanidad perruna.

   Cuando todo terminó, nos quedamos charlando en el salón general, con este sujeto y una amiga, para ver qué onda. Hasta que en un momento, el señor P., me dijo:

- Yo sé muy bien quien es usted…, tipo mafia, y nos llevó a otra habitación del lugar en donde había un inmenso tergopol apoyado en la pared, con recortes de diarios de todas mis cartas al lector, tipo asesino serial desquiciado. Nosotras nos lo quedamos mirando anonadadas, porque era digno de sacarlo en una fotito, como: “El loco infame de la escopeta”, y luego le respondí:

 - Hace bien señor P. en leerme, así, al menos, aprende algo…

     Y bue, nuestra relación empezó y terminó ahí mismo. Claro que se prolongó a lo largo de la vida, con discusiones radiales y televisivas.

      Aquella noche, en la que había ido a uno de los programas más destacados del cable local, para tratar el tema de una ordenanza a aprobar, en donde estaban invitados: un veterinario cómplice de este personaje de cuarta, un psiquiatra y una concejal, también afín a ellos. En la previa, antes de salir al aire, mientras hablábamos de todo un poco, el vete dijo que según su encuesta, los perros que más mordían eran el Collie y el Labrador. Juro que me salí de mí para responderle, porque ambos perros son más buenos que Lassie drogado, pero el pelotudo mental siguió con su data, terco como una mula, mientras yo no paraba de criticar sus dichos.

    Y peor aún fue, cuando dijo, entre dientes, que el señor P. le había conseguido toda la data del año, sobre las entradas al hospital de pacientes por mordeduras. Ahhh, bien al estilo milico, no se podía ser tan imbécil…

     En fin, minutos después, ya en el aire, me dije, a este lo recago, así que me puse el equipo de guerra verbal, y empecé a darle para que tenga y para que guarde, impidiendo, que pudiera mencionar su miserable encuesta, cosa que jamás pudo decir. El periodista, quien nunca me quiso, ni yo, a él, empezó conmigo, preguntándome:

-         A ver, Ana, vos que, sea lo que fuere, siempre estas a favor de los perros…

-         Obvio, respondí, y conociendo a los humanos, siempre lo estaré…

     Y así siguió la cosa, entre palo y palo…

  En un momento, el veterinario cortó mi verba para meter un bocadillo, siempre en contra de los perros, claro. Yo lo seguí tapando con mis “frases matadoras”, hasta que habló el psiquiatra, medio divagante, pero defendiéndome, sobre la antigüedad y el respeto hacia los animales. Y también, la concejal, una boluda importante que nada dejó en claro de su “potencial” ley para aprobar, de cuarta. 
 Y al final del programa, para rematar bien la cosa, pedí la palabra y dije:


-         Quería remarcar la poca profesionalidad del presidente del Colegio de Veterinarios, el señor P., quien por una radio dijo, que las únicas culpables de que hubiese perros “mordedores” en la plaza, eran las vecinas que les daban de comer. Aysss, señor P. sea serio, usted es el presidente del C d V, aunque parezca un payaso, con perdón de los payasos, claro…

   Así terminé mi delicadito discurso, con risas varias, detrás de cámara. Obviamente, el tipo casi revienta del odio en la casa, ja, y me siguió pegando en todo lugar donde iba, cosa que yo también hice.  

   Pero la cosa fue, que al terminar el programa, y ya fuera del aire, al psiquiatra le agarró una especie de brote psicótico en mi defensa, así que empezó a gritarle al veterinario, pidiéndole que se disculpara conmigo, ja ja, y el tipo nada tenía qué decir, porque sólo me había interrumpido en el programa. Fue tremendo, casi se van a las manos, no llegó a mayores, de casualidad. Ays, Dios, qué momento, y una sin cámara, ja ja.

   Igual, ya lo habíamos dejado chatito mal al pobre infeliz de P., quien a toda costa, quería poner chips a los perros, de la calle también, (curro, si los hay, además del cáncer que pueden originar estos diminutos aparatejos), y al que no lo tuviera, lo encerraría en un lugar que tienen con jaulas diminutas, sin agua y casi nada de comida, cosa que ha hecho.

   Y aunque se pasó por todos los medios diciendo que ellos aún no habían comprado ninguna partida, tuve la suerte de contactarme vía mail con una importante marca de medicamentos de baires, para saber si en mi ciudad habían mandado alguna partida de chips al colegio de vetes, obteniendo, una  respuesta afirmativa. O sea, que lo dejaron al descubierto, y ahí, lo terminé de rematar.
  Tiempo después, no sé si renunció o echaron de la presidencia del colegio.


    Aunque lo lamentable fue, que el día de las elecciones próximas pasadas, me enteré que este infame ser, que de animales no sabe nada, y tampoco le importa, además de tener varios cargos paralelos oficiales y privados, había renovado su mandato en el consejo de “delirantes”. De terror, parecería ser, que la mierda siempre triunfa… “Pero conmigo no, señor P., conmigo, no...”, Ana C.


4 comentarios:

  1. Ese señor P, un verdadero hijo de estos tiempos. Todo por guita, todo por guita. Te felicito por tu coraje, el veterinario en cuestión es un gran exponente de los negocios emparentados con los cargos. Grande tu lucha, grande tu victoria!
    Labellucci

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  2. Muchas gracias, así estamos ja, un besito, Ana C.

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  3. Jajaja, Anita! Qué temperamento! Me alegra saber que existe gente que siente bronca ante la injusticia todavía. Está lleno de señores P. que actúan así, no solo con los perros sino con los humanos. Generalmente son los gobernantes. Abrazo.

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  4. Ja ja ja, es verdad, pero yo por los animales, doy la vida, te juro. Lo hubiera cagado a trompadas, al pelotudo ese, ajaaaa, besitos, Ana C.

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