Ojito...

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No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

viernes, 28 de octubre de 2011

Escapadas nocturnas...

















       Si de chiquita, en la primaria, solía saltar por encima de los bancos, en la adolescencia, volaba por los techos. Ahhh, eso sí que era vida…



    Resultó ser, que mi vieja, no me dejaba salir de noche, nunca jamás, así que me las ingeniaba para escaparme por los techos de casa y residencias aledañas. 
 Tenía un itinerario predeterminado: Salía por la ventana de mi pieza, (en el primer piso), agarrándome bien de las molduras y dando pasos precisos sobre la cornisa, para luego subir por la terraza al techo superior de mi habitación, saltar al del vecino, donde había puesto una goma perpendicular, para pisarla y acceder a él, y después, llegar a una tercera casa vecina, con paredes conformadas por escaloncitos de colores, y así lograr la calle y ser libre al fin.

  (Antes, lo había hecho por otra ventana mucho más pequeña, en la cual, con el tiempo, dejé de entrar, por razones más que obvias, ja)

   Era fascinante ejercer semejantes movimientos sobre el tablero de la vida: porque me la estaba jugando cada noche, ante el riesgo de que alguien me viera, por la altura (nada moral) y seguramente, si me llegase a encontrar mi madre, no iba a contar el cuento…

   Imaginen que iba vestida para el baile, toda  pipí cucú, así que en más de una oportunidad, los tajos de mis polleras, se profundizaron ampliamente hasta casi rozar mis zonas más recónditas. También jodía la suciedad reinante de las azoteas, que llevaba de recuerdo en cada salida trasnochada, y encima, como era de noche, iba al tanteo a la buena de Dios.

   La joda era al regresar, porque las bajadas siempre han costado mucho menos que subir trepando paredes y techos ajenos, además, algunas veces, ocurría a plena luz del día, ergo, debía andar cuidándome, como en un campo minado.

  Pero me las ingeniaba bien, Aurelia, la chica que trabajaba y vivía en casa, hacía de centinela en un cuarto paralelo, aunque al principio, y para no involucrarla, nada le había comentado de la cuestión.

   Siempre alguien me esperaba abajo o en la esquina, ya sea novios o amigas con sus padres, que nada sabían, obviamente, y nos íbamos a alguna fiesta escolar, club, etc., a divertirnos un poco.

   La cosa empezó con un filito que me tiraba piedras a la ventana. Ahí me avivé de hacer todo este recorrido de exploradora nocturna, que me salía de diez. Luego de él, y como por arte de magia, las escapadas funcionaban con quien se me cantara salir y a dónde se me ocurriese ir. Así que le metí para adelante, al mejor estilo,  fondo blanco…

   Cierto día, en la que el padre de una amiga, junto a ella, me esperaban a la otra cuadra, cuando salté al primer techo del vecino, se escucharon ruidos, otros que no eran los míos. Entonces me quedé parada unos instantes para ver qué ocurría, y luego, cuando cerraron la puerta, seguí mi ruta hacia la acera, casi volando.

  Al día siguiente, Aurelia me contó asustada, que los vecinos le preguntaron si  también había escuchado pisadas, ya que los hijos, salieron con un arma, creyendo que eran ladrones. Ella estaba con un color blanco teta mientras me lo contaba, ja, y obviamente, les dijo que no había oído “ni el volido de una mosca”

  Yo me hice la canchera como si nada pasaba, pero de ahí en más, empecé a espaciar las salidas bajo el influjo de la luna, porque me agarró un cagazo de aquellos, aunque conste, que nunca las dejé de hacer.

   Hasta que mi vieja se enteró, (aún no sé cómo, ni lo sabré nunca), me dijo todo lo dicho y por decir, le puso candados a las ventanas en existencia a mi alrededor, y se terminó la joda…


   Flor de turra había sido mamita, garcándole el esparcimiento a su única hija, ja ja…, Ana C.



8 comentarios:

  1. Una Gatúbela habíamos tenido y no sabíamos. Jajaja... qué divertida la anécdota. Ahhh, y eso del "tablero de la vida" muy bella imágen. Y mamita te cuidaba, seguro porque sabía que eras un peligro... y seguís siéndolo por lo visto! Hermoso relato
    Labellucci

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  2. Juasssssssss, cuánta razón tenes ja ja, así era, pero bueno, te juro que tampoco me dejaban salir nunca, así no, juas, un besito, Ana C.

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  3. Lo prohibido es lo deseado! Al menos no te agarró el fuego cruzado de los vecinos, jaja. Qué carácter rebelde! Abrazo!

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  4. Juasssss, es verdad ja ja ja, casi me liquidan en el intento ja ja, besitos, Ana C.

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  5. Ay Anita, mientras te leía, se me representaba la escena de una peli, persona (desnuda) en un techo que se escapa...Eras terrible, por algo tu mamá no te dejaba salir ! Divertido tu relato,beso!

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  6. Ja ja, varias veces rompí los tajos de las polleras mal, pero igual llegaba como si nada al bailongo ja ja, un besito y gracias, Ana C.

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  7. Dime Anita, cual de esas dos nenas, muy bien proporcionadas por cierto, de la 2da. foto sos vos, la de la pollerita de jeans o la de la blusita blanca? Juajuajuaaaa, tarde se avivó tu vieja!!!
    http://www.youtube.com/watch?v=lEjZQ57E3uE&ob=av3n

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  8. Ja ja ja ja, soy la de el tajo profundo que no aparece,pero en la pollerita juassssss. Sos tremendo ja ja, pero quién me quita lo bailado ja ja ja, besitos, Ana C.

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