Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

lunes, 3 de octubre de 2011

Escatológico...




   Ser amante, es uno de esos privilegios que la vida nos entrega, sin ningún tipo de depósito previo y con delivery incluido a cada una de las casas, o en su defecto, a un telo. Acurrucarse en esos menesteres prohibidos por la naturaleza toda, nos hace, sin dudas, sobresalir de la media de turno. Uno va por la calle alardeando del hombre que se acaba de comer, o el que se comerá en instantes, con ese paso firme y certero, de ser la única hembra posible en la tierra, claro, sin contar con la mujer del susodicho.
 Pero, como bien dicen, la felicidad no es eterna. Y así fue. 
 Terminaba yo de agasajar a ese varón que representaba tan bien los días de mi vida, cuando no tuve mejor idea, como despedida, de besar su pecho, hasta un próximo encuentro.  
 Al principio no me di cuenta bien lo que pasaba, sentí una leve molestia en la garganta, pero dije: Ya pasará (parafraseando al: “Es la primera vez que me pasa”, tan de ellos).  
 Pero el incordio siguió allí, arraigado y punzante. Evidentemente, un vello de sus tan preciados pectorales, había quedado atascado dentro de mí. Comí una miga de pan, la que dicen hace tanto bien cuando uno se traga una espina de pescado. Aunque se ve que con los pelos, no tiene la misma eficacia. Ergo, y ya casi desesperada en esa tarde aciaga, opté por tomar agua, litros de ese líquido insípido e incoloro, para despejar mi puta garganta. A esas alturas, mi rostro se había tornado de un color rojizo penetrante, al igual, que mis nervios. Minutos después, en un total acto de arrojo, decidí hacer gárgaras con ese mismo líquido y agua oxigenada, para calmar la pesada carga que un miserable y diminuto vello, me había ocasionado. Entré al baño y tomé el brebaje del vaso. En instantes, todo mi interior, fue desalojado en una escena compulsiva y aberrante, la que jamás olvidaré por el resto de mis días. Tanto, que la destacada  Linda Blair, con su talentosa actuación en El Exorcista, quedó opacada por completo. Mis fluidos brotaron desde las entrañas, para invadir las paredes del baño y sus alrededores. Sólo me faltó girar el cuello 360º y poner los ojos en blanco, para completar mi lograda hazaña. 
 Cuando semejante situación acabó, ya casi tendida en el piso del cansancio, pude ver un manojo de vellos sobre el lavatorio. Aleluya, me dije, he ganado la  batalla, mientras me acomodaba las mechas frente al espejo. Claro, no conté con que el ácido del interior, más la fuerza de las convulsiones, convirtieron mi garganta en una faringitis, de al menos, una semana, en la cual, casi no pude abrir la boca. Ni hablar, de pronunciar una palabra.
 Aysss, los amantes tienen ese charme tan particular, que los hace únicos y deliciosos..., Ana C.

PD: Casi me olvido, al sujeto en cuestión, nunca más, lo volví a ver


10 comentarios:

  1. me moriiiiiii juassssssssss geniaaaaaaaaa!!!!!!!

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  2. Juassssssss, y eso que no conté la anécdota del jabón, ajaaaaaaaa, besotesssssss

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  3. QUIERO ESA ANÉCDOTAAAAAA JAJAJAJAJAJAJAJA

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  4. Juasssssss, es muy ordinaria ja ja ja ja

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  5. "Manojo de vellos" dijiste? Te atragantaste como un gato persa que se come los pelos? Lo besaste o lo depilaste? Creo entender la distancia posterior...

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  6. Ja ja ja, bueno, no era uno solo, si no, varios. Con razón me costaba sacarlo juas, gracias, saludos

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  7. Ahora siiii... a escribir... mientras leo los comentarios...

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  8. Juasssssssss, ya sé que sos vos ja ja, un sol

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  9. QUE MARAVILLOSO, MUCHAS DE ESTAS COSAS ME HAN PASADO ,FUI UNA AMANTE Y ASI ME FUE ( UNA BOLUDA IMPORTANTE!)LILIANA BRITO

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  10. Ja ja ja, ¿Y a quién no nos ha pasado?, a la distancia, divertidas, je, gracias y besos

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