Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

domingo, 16 de octubre de 2011

La Modista...











     Hace unos años, tenía una modista para casos especiales, no era, lo que se dice, muy buena, pero zafaba. Habíamos llegado a entablar una relación, casi cotidiana. Tendría unos cuarenta y cuatro años, separada de un muchacho bastante lindo, tranqui, rubio, de bigotes y ojos claros, de la misma edad. Tenían tres hijos, una adolescente embarazada como de siete meses, otra, unos años menor y un nene de diez.

   Esa tarde, después de probarme una pollera tubo en su habitación, como siempre hacíamos sus clientes, arreglamos para ir a bailar salsa a un nuevo lugar cercano al barrio, el fin de semana a venir.

   Pasadas veinticuatro horas, mientras tomaba sol en el patio de casa, dos estruendos sobresaltaron la paz de la siesta y de los pájaros circundantes. Nadie entendía lo qué había ocurrido. Pero la respuesta llegó el día después, en todos los medios de la ciudad: Marido celoso asesinó de dos escopetazos a su ex mujer e intentó suicidarse…

    Resultó ser que este buen hombre, (el ex marido de la modista), harto ya de su separación, y previendo que ella andaba en amoríos inexistentes, llegó a su casa, le pidió al hijo de diez años que fuera al super a comprar algo, tomó la escopeta de su camioneta, y le metió dos cartuchos a la ex mujer. Uno, que le pegó en la espalda, pero no la mató, ya que ella salió corriendo hacia la misma habitación en la que yo había estado el día anterior, para intentar escapar por la ventana, y el otro, en la nuca, que la terminó de rematar, a mitad de camino, casi con un pie afuera de la misma. Inmediatamente, el tipo se metió otro cartuchazo en la cabeza, con tanta mala suerte, que lo dejó vivo… Ergo, cuando el nene regresó de hacer las compras, encontró semejante escena de terror en su propia casa. Un padre agonizando en el comedor con la escopeta en mano, toda la casa bañada en sangre y la madre muerta en su pieza.

   Me había dado tanta impresión la noticia, que estuve mucho tiempo sin salir de mi asombro. Esa con la que había estado hablando y riendo hacía unas horas, con quien iba a ir a bailar, ahora estaba muerta por un reverendo hijo de puta, que ni siquiera, había fallecido.

  
    Lo tragicómico del episodio fue el crudo velatorio acaecido.
Varios vecinos nos agrupamos en la casa mortuoria, para despedirla. Imagínense, todos conmocionados por la historia, ya que encima, conocíamos a cada uno de sus participantes.
   Al entrar, ella estaba ahí, dentro del féretro, joven y rígida. Les juro, que además del impacto de verla así, en mi vida había observado un cadáver tan maquillado, sus ojos, pómulos, labios, uñas de color rojo, hasta varias capas de rimel tenía puestas y peinada de peluquería.
  De inmediato vinieron las hijas a nuestro encuentro, una ya casi a punto de parir, calma y agradeciéndonos el haber ido. Hasta que luego de unos minutos, nos dijo:

-         Bueno, ahora se van a tener que retirar, porque mamá quiere hablar a solas conmigo…

-         ¿Qué?, dijimos al unísono

-         Eso, que por favor se vayan, porque necesito hablar con mi mamá…


    Estupefacta fue poco, nos miramos entre todos, con una cara de locura expuesta, intentando no tentarnos de los nervios y no putearla por el momento en que vivía. Y nos fuimos de allí, arreadas como vacas por esta misma chica, para quedarnos afuera cuchicheando sobre lo ocurrido, ya que a mí, al menos, jamás me habían echado de ninguna clase de velatorio…
 En fin, fue una historia, realmente tremenda.

     Meses después me la encontré en el almacén, con el bebé en brazos. Seguía yendo a visitar a su padre en coma al hospital, ya que el asesino vivió bastante más, hasta que estiró la pata…

   Al nene lo empezaron a mandar con el psicólogo de la escuela. Vendieron la propiedad. Y al pobre perro de policía que tenían, lo dejaron allí, velando la casa del horror. Lo solía ver en la puerta, con la cabeza gacha. Imagino que también la debe haber pasado tan mal, como el resto de esta familia…, Ana C.



6 comentarios:

  1. Para el Día de la Madre viene perfecto...gore rock...

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  2. Ja ja ja, menos mal que no creo en los días de..., pero me coincidió, justito, fue de puro..., juas, un besito

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  3. Algunos dicen que en el fondo del amor más pasional está el deseo de destrucción más ciego. Con historias como esto, parece tener algo de verdad. Leer tu blog se ha hecho una sana costumbre. Siempre textos interesantes. Abrazo, Ana!

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  4. Muchísimas gracias, es un honor para mí que eso ocurra. Y sí, debe haber algo de verdad en el tema, qué miedito, ja ja, un beso, Ana C.

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  5. No me esperaba esta historia!!! Siempre sorprendiendo al lector. Amo a los escritores que hacen eso, sorprenderte con el contenido siendo fieles a su estilo. Un gusto
    Labellucci

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  6. Muchas gracias, historia fuerte, pero real, un besito, Ana C.

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