Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

lunes, 10 de octubre de 2011

"Terapia..."






     Así se llamaba el Pub que había puesto en los 90, una hamburguesería preciosa, que para aminorar gastos, le agregamos, en su segundo mes de vida, bandas los findes. La habíamos pintado nosotros mismos, decorado las paredes con grafitis nuestros, y el de los que quisieran hacerlo, pochoclera, helados, hamburguesas de distintos sabores, etc., Hasta construido los baños, en un local, que alquilaba en una Avenida transitada, frente a boliches y negocios, de siempre.

   La cosa fue que ya en el primer mes, la cana vino a pedirnos su colaboración de costumbre, amén de hacernos socios de la cooperadora. Situación que como al segundo mes, era casi imposible de pagar, para mantener todo adelante, le dimos de baja. Eso, sumado a que la parejita de policías que rondaba el lugar, venía todos los días a buscar su menú nocturno gratis, como si fuera obligación dárselo. Y, que cuando empezamos a sacarle algo de gente a los boliches aledaños, los dueños, me enteré después, algunos muy conocidos, saltaron como locos, y por la espalda…

  Ergo, una noche cálida de verano, donde el grupo de pendejos que llevaba la voz cantante, se denominaba: “Las ladillas punk”, en el momento más álgido, cuando los muchachos enardecidos le dedicaban sus letras y cantos a la “yuta”, y nos, inquietos con tal tema, comenzábamos a notar un ambiente enrarecido, irrumpió en el lugar, el comisario, con sus dos guardaespaldas del subdesarrollo detrás.
De inmediato  me acerqué a él amable, y le extendí mi mano, diciendo:

- ¡Qué suerte que vino!, mientras la autoridad, hacía mi mano a un lado, en franca señal de desprecio

  El sujeto, con un impecable sobretodo oscuro y policial, se acercó al mostrador, junto al subcomisario de turno, alegando que había menores tomando alcohol y frases emitidas no deseadas, y de inmediato, empezó a llevarse a todo el mundo en los dos celulares que tenía afuera cortando la avenida, y que nosotros, ni enterados estábamos. Anonadada, me los quedé mirando sin comprender absolutamente nada, a la vez, que el subcomisario, me decía, abiertamente, que tenía que haber “arreglado” con él, desde un principio. Realidad que me sacó aún más de mi estado absorto, pero que nada dije, para no agravar más las cosas, al menos, en ese momento.
 Desde afuera, los gritos de los educandos en los celulares, más el movimiento perpetuo dentro de ellos, casi al borde del vuelco, nos hicieron dudar hasta de la propia existencia de Dios…
  Pero lo anecdótico, que rozó lo tragicómico, fue, que nos llevaron a todos detenidos. Sí, a nosotros también, mi socia y yo, dos adultos que sabíamos bien lo que hacíamos y queríamos; eso sí, fuimos en el coche, hechas unas ladies. Sólo se salvó mi pareja de entonces, quien aún no había llegado al lugar.

  Ya en la comisaría, del lado de adentro, aunque no en las celdas, vimos como manguereaban a muchos adolescentes en el patio y les exigían que lavaran los baños y demás menesteres mugrientos cercanos.
 Luego fueron llegando los padres de los chicos que venían a buscarlos, preguntándoles:

-         ¿Pero dónde estaban?
-         En Terapia, respondían seguros los muchachos
-         ¿Cómo en Terapia? ¿En qué lugar estaban?
-         Ya te dije, en Terapia, seguían ellos malhumorados y vergonzosos, y tenían razón…

  Minutos más tarde nos tomaron declaraciones, léase, nos hicieron tocar el pianito sin música, una ridiculez total humana en existencia, máxime, cuando uno no es culpable de nada. Nos defendimos a morir de las garras de “la ley” vestida de uniforme, y le pedimos encarecidamente al “sub”, que tal noticia no saliera en los diarios, por mi vieja y demás. Cosa que asintió con mucha educación, el reverendo hijo de mil putas, (amén, ya que el señor falleció a los 44 años, meses después de que le mataran a uno de sus hijos, caso muy conocido en la ciudad. Extraño fue también, que a su velatorio, no se pudiese entrar sin aviso previo, o sea, si no estabas en su lista de “invitados”…)

   Después de bastantes horas de relatar lo inenarrable y de observar lo inobservable, ya de madrugada, volvimos al negocio. Mi pareja me aguardaba, casi sin entender nada. Le explicamos lo posible, bailamos unos boleros, para sacarnos la mufa y bronca acumuladas, y nos fuimos a comprar el diario recién salido. Desde el asiento de atrás del auto, él nos empezó a leer las novedades. En primera plana del diario, con “letra de molde” gigante, decía: “Menores alcoholizados en un boliche público de la ciudad” y debajo, mi nombre completo, casi con las mismas proporciones, como si fuera la dueña de un burdel, que encima, lapidaba a sus putas. Queríamos que la tierra nos succionara dentro de sus profundidades para que el fuego del infierno nos calcinara de una. Pero no, seguíamos allí, extasiados por la hijaputez viviente de algunos seres. Hasta pensamos en comprar todos los diarios de la ciudad, cosa que hubiese sido absurda, ya que también saldría por televisión. 
 Casi era de día, y nos, continuábamos dando vueltas sin saber qué hacer, hasta que decidimos ir a casa a dormir un rato. Y así fue, porque el teléfono no paró de sonar desde temprano, con los periodistas de todos los colores, preguntándome por lo acaecido, y  yo, con mi respuesta más locuaz (una luz, apagada):

-         Hablen con mi abogado, el que aún, ni tenía, obvio…

   Luego vino el llamado de mi vieja, quien habló con mi susodicho, contándole que al leer la noticia, se había desmayado. Fue tal el revuelo, que varios periodistas me cuestionaban, si yo era la Ana tal que ellos conocían, porque sabiendo mi trayectoria, no podían creer lo que se me imputaba, y hacían bien, ya que todo había sido una mentira.

   Cuando al medio día se me ocurrió salir a la calle, como siempre lo hacía, sentí por vez primera, a la gente del barrio, y la que no lo era también, mirándome de una manera distinta y siniestra. Fue hasta simpático sentir sus ojos juzgando esa realidad que ni siquiera conocían, culpándome, por lo que nunca había hecho.

   En fin, con el tiempo, todo volvió a la normalidad. Pude limpiar mi imagen (la que nunca se había ensuciado de verdad), lidiar con los aprioris, conseguir un buen abogado y enfrentar a esa parte de la sociedad que nada le importa del resto, si no, que solo proyecta sus propias culpas hacia algún otro significativo.
Me informaron también, en tribunales, que los mismos dueños tan conocidos de los boliches del entorno, fueron los que me armaron la movida. Y qué bien qué les salió, aunque el moñito de arriba, se lo pudimos arrancar, mi abogado y yo, casi al final de la fiestita…

  De ahí en más, a esta gentuza, ni el saludo, y a la cana, mi eterno desprecio. Todo vuelve…, Ana C.




11 comentarios:

  1. La policía es el brazo armado de la política, por ende de la corrupción. Una anécdota que muestra el desastre que somos como sociedad: la deshonestidad,la extorsión, la condena social a partir de prejuicios. Como siempre, un gusto leerte Ana. Te agregué en mi blog como páginas preferidas. Besos.

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  2. Muchas gracias, Antonio (si q es tu nombre real ja ja). Es como decís nomas, fue tremendo para mí en esos momentos, hace como 21 años, nunca me había pasado. En fin, así seguimos estando, je, besitos

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  3. Me llamo Leonardo, este es mi seudónimo blogger. Saludos!

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  4. Sacame el pajarito azul que me sigue y no me deja leer! Interesante relato, hoy la cosa sigue igual, si no arreglás no funciona el boliche :(

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  5. Ok, Leonardo, entonces ja ja, manteneme avisada de tus nuevos post, también
    Ja, el pajarito jode un poco,pero si moves el mause, se va, ja ja, me pareció simpático. ¿Quién sos? besitos

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  6. Ahhh... una lee estas cosas y se le revuelve la sangre. Por el hecho en particular relatado y por lo ¡universal del hecho! Historias como la q contás y sufriste en carne propia se conocen de toda la vida. Asume un intendente, con quién es el primero con el que habla? Con el comisario. "Arreglan los cambios" para q nada cambie, sólo los protagonistas. Y siga la cosa. Lo bueno es que todo vuelve, a la larga o a la corta.
    Labellucci

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  7. Así es, desde siempre viene ocurriendo, y parece que no hay caso, que la joda, sigue y seguirá, total, dale que va... Fue horrible, te juro, pero bue, ya pasó, ja ja. Un besito y gracias

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  8. Es verdad todo vuelve, pero no es justo que tengamos que vivir con ese pensamiento, como con sed de venganza. No es justo que gente con buena intención y laburadora tenga que padecer la ignorancia de un pueblo que lo único que saben hacer es mirar y criticar, si supieran donde estaban sus hijos no hubieran preguntado sorprendidos, o sea ni la más puta idea de las vidas de sus hijos. Eso sí saben hasta el último detalle de la vida ajena menos la propia y uno que quiere trabajar termina siendo presa de la corrupción policial, y municipal también. Sólo te conozco por tus palabras y me bastan para saber quién sos. Un Beso y un gusto leerte.
    Avisalachis

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  9. Sí, concuerdo con lo que decís, nos hacen ser como uno no querría, pero ante tanto, uno reacciona, sin dudas. Un besito y muchas gracias

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  10. PERO ANITA TE PASA TODO A VOS PERO SI SON UNOS HDP PARECERIA QUE HABLAS DE LA EPOCA DE LOS MILICOS Y NO YA ESTABAMOS EN DEMOCRACIA DAN ASCO BESIS

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  11. Es que si no me pasara estaría muerta o no podría contar más historias ja ja. Ocurré mucho aún, te lo aseguro je, besitosss

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