En el velatorio de mamá, amén del mal momento vivido, también hubo una cuota de plena ironía…
Las casas mortuorias, “tienen ese no sé qué”, que te originan náuseas perpetuas. Sin dudas, deberían reservarse el derecho de admisión en lo más recóndito de sus ancestros, ya que, prestar un servicio para lucrar con el dolor ajeno, es de lo peorcito en stock.
Como hace años, ya había transcurrido por el velatorio de mi viejo, en una batalla casi campal, con el empleado, ahora, me sentía fuerte como para volver a enfrentar al que me tocase en suerte. Y así fue. Acompañada por primas y amigas, ni bien supimos del fallecimiento de mi madre, nos aprontamos al lugar.
Luego de una serie de datos y demás menesteres tan pesados, pero inevitables, para ellos, claro, el señor encargado con cara de Tutan Quieto fenecido, se alejó del escritorio, para llamar a la mutual beneficiaria de mi vieja. Instantes después, regresó diciendo:
- La mutual no cubre nada…
- ¿Perdónnnn?, respondí como loca, mientras buscaba el último recibo pago de tal empresa en mi cartera
- Que ellos no se hacen cargo de los servicios…
- ¿Entonces para que le descontaron durante años todos estos pagos???, dije casi gritando, a la vez que le tiraba el papel sobre la mesa
El hombre lo miró como si no le hubiese mostrado nada, con un gesto adusto de imbécil nato inscripto en su rostro, y volvió a repetir lo mismo, se ve que eran las únicas palabras que sabía decir:
- Bueno, entonces llame de nuevo a la mutual, delante de mí, que yo les voy a hablar
Él marcó el número, cruzó unas palabras con la secretaria, y me alcanzó el teléfono. La empleada de la Asociación me saludó atentamente (nos conocíamos de toda la vida), mientras le decía:
- ¿Cómo que la mutual no cubre ningún gasto? ¿No recordas que íbamos todos los meses a pagar?
Ella quedó como aturdida en el laberinto de sus propia ignorancia, y respondió:
- Hola, Ana, sí, recuerdo, pasa que la empresa fúnebre me tomó por sorpresa, estaba justo con mucha gente…
- Imaginate cómo me habré sorprendido yo, que la que se murió es mi vieja, ¿No…?
La tipa quedó mudita mal, se ve que la imagen de mami se le vino también a la mente, y no en sus mejores días…
- Disculpáme, estaba confundida…
- No más que yo... Mirá, le dije, estoy pasando por el peor momento de mi vida, y si no te volvía a llamar, hubiese tenido que pagar, encima, todo un velatorio ya abonado. Me parece que te equivocaste y mucho.
Ella me volvió a pedir disculpas varias, las que en la intimidad, obviamente, no acepté, y corté, para proseguir con la momia atónita vestida de negro, que seguía en frente de mí, a la espera de una respuesta:
- ¿Qué le dije...?, le repliqué, entre canchera y furiosa
Luego de semejante momento, el señor no tuvo la mejor idea, de llevarme a hacer un tour por la lúgubre sala de los cajones de su pertenencia. Aunque no pudo enunciar como robot las bondades de cada uno de ellos, ya que mi voz, lo hizo callar a penas comenzó:
- Como le comenté, deme el cajón que entre en la mutual…
Entonces proseguimos firmando más papeles, boletas de pagos y avisos, con una cara de tujes impuesta y expuesta, digna de ver en las mejores salas, no mortuorias...
Horas después, la calidez de mis amigos y parientes, hicieron que una situación tan luctuosa, se convirtiera en una charla redonda de diversos temas, mientras mi vieja, seguía en la otra habitación, intentando descansar en paz…, Ana C.