Ojito...

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No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

lunes, 26 de septiembre de 2011

Cómo no voy a conseguir sponsors para mi blog si…


Anécdota de: El telo...





Cuando presenté mi segundo libro, logré obtener 29 yo solita… Tuve desde un marmolero de tumbas hasta un reconocido telo citadino. Bingos, farmacias, clínicas, venta de colchones, de yerba, panaderías, restaurantes, florerías, fundaciones, financieras y demás, fueron algunos de los que me acompañaron. Todo un espectro de felicidad instantánea en nombre de la tan mentada cultura, tras el respaldo de un coro de niños y dúo lírico, de maravilla. Claro que cada uno de los avisadores estaba conformado por un submundo distinto al que habitamos en la cotidianeidad.
Resultó ser que para conseguir la validación del albergue transitorio ya nombrado, debía acceder al mismo y recorrerlo. Eso hice. Me vestí como una “escritora bien constituida” para la circunstancia y llegué con mi Fiat Uno al estacionamiento del lugar. El encargado me saludó atentamente y llevo a la gerencia. Hablamos unos minutos, para luego, adentrarnos por los pasillos del sitio. (Entre nos, les confieso, que jamás había visto ni estado desde ese lado en un telo…) El hombre me fue enseñando las distintas habitaciones: cama de agua, jacuzzi, baño Escoses, presidencial, etc., mientras me comentaba los altos valores de acceder a ese hotel por horas, señalando cada espacio como si fuera una visita guiada al mismísimo Palacio de Buckingham. – Acá, dijo como en el discurso de un político ya electo, velamos por la higiene. No puede haber ni un pelo. Cada habitación debe estar tan aséptica como un quirófano… Yo asentí con mi cabeza casi en Babia, desconcertada por el empeño que le ponía a su trabajo. Hasta que el señor se agacho hacia una mesita de luz y me dijo: - También tenemos estos aparatejos, mostrándome un consolador empaquetado, casi con desgano. Muda, con una boca abierta que denotaba explícitamente mi anonadamiento frente a esas palabras de un extraño, y casi sin pensarlo, le respondí con una voz infante irreproducible: - Hay, que lindo, nunca tuve uno… El hombre me miró tan perplejo como yo, con una pena que se iba instalando en su rostro a medida que me observaba más adentro y no dijo más nada. Entonces regresamos a la oficina, me hizo sentar, a la vez que buscaba no sé qué dentro de uno de los cajones del armario. Fue cuando volcó una caja inmensa con distintos vibradores multiformes y multicolores sobre el escritorio, diciéndome: - Tomá, elegíte uno… Yo volví a poner esa cara de pelotuda existencial que tan bien me sale, mientras observaba y pensaba al unísono: ¿Qué dirá este hombre de mí? Si agarro uno pequeño, sería más idiota todavía, y si elijo uno grandote, una degenerada... Los consoladores seguían allí inertes sobre la llanura del escritorio. De reojo pude ver uno negro que desbarataba toda teoría de la raza de color, la que evidentemente, no había sido plasmada en esos juguetitos sexuales. A un costado, otros de textura rugosa esperaban atentos a mi decisión, junto a unos lisos color carne, comunachos. Cuando halle el que iría con mis preferencias más precarias y lujuriosas, le dije:
- Quiero éste, señalando al más grande de todos, con una risa nerviosa cuasi histérica. El encargado también sonrió cómplice, murmurando: - Después, contáme… Sentí nuevamente la adolescente que habita en mí manifestarse a través de mis cándidas mejillas rozagantes junto a un cosquilleo desde la profundidad de las entrañas, como una primavera del deseo, por estallar.
Luego me despedí con toda la formalidad que pude rescatar de mi memoria, a la vez que, el señor me guiaba hacia la cochera y salida principal.
Cuando subí al auto, coloqué mi nueva adquisición en el asiendo del acompañante, sintiéndome por primera vez, al lado de un “macho cabrío” sin expectativas ni señalamientos, mientras me alejaba del telo como una mujer completa de cuerpo, mente y alma, con el rostro impregnado por una especie de sonrisa al mejor estilo de la Gioconda…, Ana C.

PD: Lo de las entradas que se sortearon para el telo y los diversos candidatos del público casados o profesoras de mi adolescencia, lo dejo para otra oportunidad, je je…





8 comentarios:

  1. Me causa gracia el tipo contando las bondades del telo. El juguete en el asiento de acompañante... tiene su costado tierno. Muy buena entrada, saludos!

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  2. Ja ja, muchas gracias, juro que fue real, beso, Ana C.

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  3. Desopilante!Todo sea por la cultura!
    Atte/

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  4. Ja ja, gracias Jorge, sos un encanto, Ana C.

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  5. Querida Ana qué puedo decirte: sólo a vos te pasan estas cosas tan disparatadas. Y sòlo vos lo contás con gracia Suprema!! Me quedò un duda...y? Qué tal se portó el grandulòn? Eme

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  6. Ja ja, mal, porque por angurrienta y elegir el más grande, no lo pude usar juasssss. Beso grandote, corazón ja ja, Ana C.

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  7. Pudo ser peor, mira si te pedía que lo probaras in situ

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  8. Ja ja ja, me desmayo de los nervios, juassss, un saludo, Ana C.

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