Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Él...




  (Nuevo post enviado por alguien muy particular a la que quiero, y no quiso dar su nombre, ja ja ja)



  Sin dudas, era el más lindo del boliche, con su silueta esbelta y mirada profunda, que a todas embriagaba, aunque jamás se había fijado en mí. Con el tiempo, logré ir conociendo a todos sus amigos, hasta al mismísimo hermano. Pero no había forma, semejante bomba sexual, ni me registraba. Hasta que aquel día decidí jugarme, y después de muchos probadores en mi haber, logré encontrar un body tipo corsé, con alambres hasta en el tujes, pero que me quedaba impecable por donde se lo mirara… 
 Por la noche, volví al boliche. Me senté al lado del hermano, frente a él y a un amigo gay en común. En medio de la música y el enjambre de personas, mi cuerpo cada vez se iba entumeciendo más, mientras los hierros del corsé se incrustaban en lo profundo de mí ser. Ya de madrugada estaba tan tiesa como una momia Egipcia, pero eso sí, con el ego por las nubes al saberme provocativa y deliciosa, ante su presencia. Fue cuando de reojo vi que comenzaba a fijarse en mí, como si fuera la única mujer que lo podría satisfacer en la tierra. Había clavado sus pupilas en mis pechos, claro, dije, con semejante estructura prefabricada corporal, mis tetas ya cotizaban en alza en la bolsa del paraíso más cercano. También empecé a mirarlo, mientras él, agachaba su vista hacia las profundidades de sus piernas. Entonces, nuestro amigo en común, comenzó a hacerme unas señas extrañas. No me hice cargo, ya que extasiada, sólo podía permanecer en ese estado permanente. De repente,  my friend, se corrió hacia un costado, con sus manos al viento como dirigiendo el aterrizaje de una nave extraterrestre, para acercarse y decirme al oído, que lo acompañara al baño del primer piso. Si bien no entendía nada, lo seguí, al igual que la Reina de Inglaterra seguiría a su prometido, subiendo los escalones con un paso de pasarela monárquico. Él no dejaba de mirarme con ojos penetrantes. Al llegar, mi amigo me pregunta: - ¿Qué tenes ahí? señalando mi body de fiesta. Fue cuando pude ver como los hierros del corsé traspasaban la ropa, erectos y ostentosos, hacia la superficie, como los alambres de los fardos se expanden con los vientos del campo.  
 De ahí en más, mi mente voló hacia el rincón más lejano del lugar, sintiéndome casi invisible e intentando cubrir semejante escena Dantesca. Entonces, él puso su mano en mi cintura y dijo: - ¿Qué pasa, estas como enyesada? con una risa socarrona.  Por mi mente transcurrieron todas las escenas de mi vida en un instante, hasta que casi tartamudeando, le respondí, con una excusa tan pelotuda como pronta: – Pasa que tengo problemas de columna…
 La carcajada aún se sigue propagando en el boliche y zonas aledañas, aunque yo, ni siquiera la escuché, ¿Porque saben qué?,  desde ese momento, nunca más nos separamos…, Ana C.


6 comentarios:

  1. bUENISSSSIMO , TE FELICITO ,QUE ACCIDENTES TAN GRACIOSOS,NOS EXPONEMOS A CADA COSA....VALIÓ LA PENA???? JUASSSSS BESOS

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  2. Imagino que sí, que lo valió ja ja, muchas gracias, besitos

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  3. No sabía lo del blog, re bueno!! Como todo lo que escribís, te imaginé con el corset y me reí sola..
    Besos

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  4. Me encanta todo lo que escribís, Ana.

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