Ojito...

Ojito...

No dejen de mirar esas caritas de los niños, ahora ya adultos, por Dios...

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Yo también tuve 20 añitos, Señor juez…





    La adolescencia, es sin dudas, uno de esos momentos en que el cerebro suele descansar inerte por su propio peso gravitacional en lo más profundo del tujes… 
Bueno, en ese estado me encontraba, estudiando en la UNI y haciendo jingles, como terapia ocupacional. Mis gentiles padres, me habían obsequiado un órgano musical, para acceder a tan interesantes menesteres culturales, además del piano, que ya poseía. Hete aquí, que con un tamaño tan prominente, era casi imposible que lo fuese a buscar sola al negocio. Pero, como mi conducta emocional siempre fue casi la misma con el correr de los años, nada me importó, y me dirigí al lugar, en mi 3CV. Obvio, que el espacio más cómodo para cargas y descargas, frente al mismo negocio, estaba prohibido estacionar. Ergo, lo hice igual… Luego de unos minutos, y ya con mi órgano a cuestas acarreado por un empleado, tuve la dulce gratificación, de encontrarme con una multa anclada en el parabrisas de mi coche. Indignada, busqué al zorro gris ( no se rían, en ese momento se llamaban así), para aclarar tal situación, ( la que era clarísima), pero nunca lo encontré.
 Días después de haber disfrutado de la música y sus bemoles aledaños, tuve que ir a declarar, al juzgado de faltas. Me vestí con las mejores pilchas de femme fatal y fui a la citación. Después de una amansadora importante de espera, me recibió el juez (uno de los más serios) junto a su empleado.   
 Sentada ante ese estrado interminable de alto y largo, empezaron a preguntarme los por qué y para qué del mal estacionamiento de mi máquina Citroen. Entre otras cosas, les explique todo lo sucedido. Hasta que el Señor en nombre de La Ley, me dijo: 

- ¿Pero usted no se dio cuenta que no se podía estacionar ahí?
- Sí, claro, respondí, ¿Pero que pretendía, que fuera con un changador a buscarlo? Y yo no tengo tanta fuerza… 
El hombre, algo confundido, siguió indagando en la pelotudez humana de los orígenes del caso:

 - Bueno, pero mi deber es multarla, al saber que estacionaba en un lugar prohibido…
- Está bien, al menos fui sincera y le comenté lo que realmente ocurrió… 
Él se quedó pensando sobre el expediente, hasta preguntarme:

- ¿Que edad tiene? 
- ¿Qué...?, repregunté indignada por lo irrelevante de su curiosidad cuasi oficial
- ¿Que, cuál es su edad?, Volvió a insistir el hombre
 Yo lo miré con toda la sorna posible instalada en mi rostro, mientras me enrulaba un mechón de pelo entre los dedos y le decía:

 - Aysss, ¿Usted cuántos me da…? 
 Ambos se miraron atónitos, dudando unos instantes, antes de largar una carcajada al unísono y decirme:

- Tome el documento y no vuelva nunca más…

 Bueno, en la adolescencia, una también tiene sus privilegios…, Ana C.


16 comentarios:

  1. asi que aparte de ser una gran escritora sos musica? jajajjaj cada dia que pasa me sorprendes mas por eso cada vez te admiro mas

    ResponderEliminar
  2. Grandiosos relatos! Seguiré viniendo. Besos

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias, chicas, seee, Lau, tb era música, ja ja, hace rato que no toco.
    Gracias, Lula, me alegra que te gusten, besitos para ambas

    ResponderEliminar
  4. Bárbaro!! no dejes la música, es un mimo para el alma..Abrazo!

    ResponderEliminar
  5. Sí, lo es, pero bueno, estoy con otra prioridades tremendas, por ahora ja ja, igual la escucho, mientras escribo, beso

    ResponderEliminar
  6. Jajajajajajajaj musica, escritoria y trucha ! Bien ahi, Ana !
    A los 20 yo tenia ese efecto, ahora? Me multan por portacion de rostro ! ajajajajajajajaj

    Siga escribiendo, amiga. Me encantas sus relatos !

    ResponderEliminar
  7. jajaja muy graciosa, un final sorprendente y descarado. Muy bueno Ana.

    ResponderEliminar
  8. Laura, lo de trucha, en el estacionamiento, nomas, eh juassss, Un besitosss
    Gracias, Pepe, soy una descaradita juas, beso

    ResponderEliminar
  9. Excelente pintura de época, recuerdos de tiempos que no volverán con un final desopilante. Muy Buen relato Ana

    ResponderEliminar
  10. Jajajajaa!!! Mi adorable Anita!! El desparpajo que te precede casi, como tu carta de presentación!

    ResponderEliminar
  11. Un gran problema que siempre tuve, fue diferenciar la realidad a lo ficticio en los cuentos. Crei por casi 10 años, que Relatos de un naufrago, de Gabo, habia sido real!! Hasta busque en internet si salia la noticia del diario q en el cuento menciona.
    Pregunta: esto es real? Se nota que sos escritora, que buena historia!!

    ResponderEliminar
  12. Ja ja, sí, esto es bien real, no tenía cara de pendeja, ahora, tampoco juas, besitos y gracias

    ResponderEliminar
  13. genial tu blog! esta entrada me gustó mucho!!

    ResponderEliminar